Francisco Aurelio Dávila Rosso
Calleja dijo: - “Hágase la luz”. Y Ell Puerto se llenó de colores en sus caminos principales cerrando la boca a aquellos que escasos días antes se quejaban e indignaban por la falta de presencia lumínica con motivos navideños en la ciudad. Dejando a un lado los errores del día del alumbrado, que los hubo, como por ejemplo el sonido y la nula visibilidad del espectáculo para la mayoría del público asistente, el evento se desarrolló sin grandes contratiempos visibles y El Puerto de Santa María al fin lucía su alumbrado como hace años que no hacía.
Parece que la Navidad llega con fuerza y que las tradicionales zambombas darán paso en pocos días a las eternas cenas de compromisos que reunirán a familiares y amigos alrededor de mesas plagadas de deliciosas elaboraciones gastronómicas.
Si algún sueño hemos de tener los portuenses, más allá de que nuestra ciudad luzca como merece en estas fechas tan señaladas, es que crezcan las oportunidades de empleo y los jóvenes de esta villa marinera tengan por fin la opción de no necesitar emigrar para buscarse la vida.
Es cierto que es primordial la estética de un lugar para su promoción y para atraer a él el turismo y a posibles consumidores y clientes para los negocios locales pero la estética no lo es todo.
Es una pena que , en una ciudad como la nuestra, a la hora de hablar de mejorías y de éxito, solo podamos mencionar a la Concejalía de fiestas como si el resto de concejalías no existiesen, y no es esto causado por la continua presencia en los medios de comunicación del edil encargado de este área, si no porque realmente los ciudadanos portuenses no sabemos para nada que es lo que se está realizando en los distintos despachos de nuestro Consistorio.
Da la sensación de que el resto de concejalías están paradas y dejando que sea Calleja quien de la cara cada día y le saque las castañas del fuego a un Gobierno, cuyo algunos de sus representantes son auténticos desconocidos para El Puerto de Santa María, como es el caso de los ediles de la formación naranja.
No vemos mejorías reales en las demás áreas, como es el caso por ejemplo de Radio Puerto, donde aún decenas de colaboradores mantienen una programación estando a años luz de ser remunerados por ninguno de sus servicios y donde hasta incluso ellos mismos han de comprar y pagar el agua que consumen.
Esperemos que haya Calleja para rato y que su gestión junto con la participación y entrega altruista de cientos de portuenses que regalan su tiempo y su trabajo a cambio de nada, al menos, sigan maquillando la triste realidad de la ciudad de los Cien Palacios, que si bien puede ir aumentando su dignidad y su cifra anual de visitantes, aún está muy lejos de recuperar su antiguo prestigio frente a otras ciudades colindantes que la superan con suma facilidad.
Por todo ello se puede decir sin errar, que es El Puerto un lugar muy bien iluminado pero al cual aún no ha llegado el verdadero y gran milagro de la Navidad.
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