La Pasión no acaba

Matar a Dios

Late en una parte de la sociedad, que vive radicalizada en su orilla del odio, una suerte de rechazo violento hacia el colectivo..

Publicado: 20/11/2019 ·
22:24
· Actualizado: 20/11/2019 · 22:24
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  • Pintadas en la fachada de San Lorenzo. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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Late en una parte de la sociedad, que vive radicalizada en su orilla del odio, una suerte de rechazo violento hacia el colectivo -muy presente, por otra parte, en ciudades como Sevilla- que  ha decidido caminar por la vida comprometiendo sus horas en la fe, en la creencia de ese mundo mejor del cielo que señaló Jesús, muerto en la cruz para salvar a todos los hombres. Son personas que, apenas abren la boca ya vomitan una catarata de retorcidos pensamientos paridos en desabrigo de bondades, nacidos en el mal. Sí. Hay una parte de nuestra sociedad que odia, que siente placer en la observación del daño ajeno. Uno de los objetivos, de las dianas recurrentes de nuestro tiempo es la Iglesia. La Iglesia, y lo que representa.


Esas personas que pintan, queman, agreden, destrozan, que sienten rechazo -un rechazo sucio- en el corazón conocen, en el fondo, que transitan por las trincheras de una batalla perdida. El enemigo más peligroso es la conciencia, la nobleza y el perdón. Por eso pierden, siempre. A veces se cansan de partir mejillas, de patear puertas de templos, de escupir en la creencia del otro, de mofarse. Olvidan que Jesús, el enviado, dejó demostrado, dicho y predicado que la actitud ante la vida debía ser justo la contraria. El abrazo, la disculpa, la penitencia, el amor. Y es por eso que perseverar en los ataques a la fe no puede garantizar jamás la conquista de ideal alguno. Gana siempre el corazón, vence el amor. El espíritu noble es el rey.


Goethe acabó matando a Werther pero no pudo finalmente matar al amor. Permanece por tanto -siempre sucede- lo que se siente más allá de la materia, lo que todos somos cuando se evapora la carne y puede parecer que todo ha concluido. Debe ser frustrante emprender una y otra vez el ataque contra un colectivo cuya bandera es siempre blanca. Si acaso, con un corazón grande justo en el medio, como Jesús quedó clavado en el centro de una cruz que sigue viva, aunque la llenen de pintura, aunque pretendan quemarla.


Y es que la fe es un don, un regalo que cada día en el mundo cientos de miles de personas deciden abrir y vivir. Es como una caja grande de sorpresas para el alma, una tarde eterna de fiesta, un tránsito por la tierra lleno de luz. La fe es la frescura en el desierto de la vida.


Son muchos corazones, millones de mejillas dispuestas a sangrar como hizo Él. Y a perdonar, que aquí está la clave Por eso las personas afortunadas que abrieron el regalo de la fe tienen la batalla ganada. Y así será siempre. Porque pueden agredirlas, atacarlas, matarlas incluso a todas pero es imposible matar al amor. Y el amor... es Dios. 

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