La escritura perpetua

Garci y ‘El Crack’

José Luis Garci ofrece en ‘El Crack Cero’ una vida de repuesto. El cine de Garci no busca parecerse a la vida, sino parecerse al cine

Publicado: 14/11/2019 ·
12:36
· Actualizado: 14/11/2019 · 12:36
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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José Luis Garci ofrece en ‘El Crack Cero’ una vida de repuesto. El cine de Garci no busca parecerse a la vida, sino parecerse al cine. Él mismo ha dicho en numerosas ocasiones que, de niño, sus padres no le contaban cuentos, sino que le contaban películas. ‘El Crack Cero’ trasciende el objetivo de recrear un misterioso crimen cometido en aquel Madrid de 1975 en los días de la muerte de Franco, como pudiera pensarse, para convertirse en un sensacional, emocionante y, a veces, conmovedor homenaje en blanco y negro a la película ‘Casablanca’, con salas de juego clandestinas y amores perdidos para siempre como por un disparo surgido de una ruleta. La película transcurre, sí, en ese Madrid de transición -cuando todavía no había llegado la Transición-, pero la atmósfera, el ambiente, el olor a perfume de mujer fatal que transita la historia, y esa amistad entre el Jefe de Policía y el protagonista, el detective Germán Areta, trasladan al espectador a un universo superior, al de Bogart sin Bogart, al del actor Carlos Santos en su papel de Areta porque Alfredo Landa se fue a los cielos. El cine de Garci es melancolía, frases brillantes y soledad. Es vivir con el gol de Marsal en la memoria. La vida de repuesto. Música interior. Diálogos sublimes. Amor a los libros. “Los libros abrigan”, afirma Areta, ese detective introvertido, íntegro, noble y con un escondido matiz despiadado ante la injusticia bajo la quietud de su rostro indescifrable.   

Aquel Madrid era una ciudad luminosa y mediocre que olía a raciones de callos y a vino a granel, pero el Madrid de Garci huele a Dry Martini y a liguero negro usado de mujer llena de misterio. “Yo ya no soy de este tiempo”, dice el peluquero a Areta. La nostalgia nace en Garci porque sus personajes pisan el presente pero miran hacia el pasado. ‘El Crack…’ deja finalmente una sensación de desasosiego, de melancolía y de satisfacción por el cine bien hecho. Más que atmósfera de cine negro, la película tiene atmósfera de novela policíaca. Hay ecos de Raymond Chandler, pero también de Simenon, porque en la novela negra lo principal es la trama y en Simenon lo esencial es el alma de los personajes. Y eso se da en Garci. En ‘El Crack…’ está colosal Patricia Vico que, como se ha escrito, “pide blanco y negro y mira a la cámara y a Areta desde ese arriba de quien sabe quitarse un guante”. Recuerda a ese pasaje de ‘Insert Coin’, libro de relatos de Garci, en el que un personaje asegura: “El secreto de un buen beso es la lentitud”.

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