Atando Cabos

Qué votan mis vecinos

Varios diarios dan la posibilidad de saber qué votan mis vecinos. Ese mapa nos retrata sin habernos pedido permiso

Publicado: 12/11/2019 ·
21:32
· Actualizado: 12/11/2019 · 21:32
Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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Esta mañana, leyendo la prensa, he encontrado en varios diarios la posibilidad de saber qué votan mis vecinos. Se trata de un mapa en el que te vas aproximando y llegas a tu propia calle, llegando a la fatídica visión de qué votan tus vecinos.

Dónde queda la protección del voto secreto, por Dios. Ahora cuando los mire lo sabré y ellos sabrán que lo sé. Es como haber presenciado en una zapatería como ese señor tan arreglado al sacarse el zapato muestra un enorme tomate en el calcetín. Te dan ganas de irte sin comprar nada, odias que la dependienta tarde tanto en encontrar tu número. Para mí, la vergüenza ajena es la más impúdica de las vergüenzas.

Claro que el sentido del pudor no sé cómo anda hoy en día repartido. Todo está visible en las redes, todo quiere ser visible en las redes. Pero en las de cada uno sólo aparece tendenciosamente lo que queremos ver, así que nos privamos de tener que soportar lo de los demás. Si anduviera a nuestro alcance el Facebook ajeno, otro gallo nos cantaría. Y serían gallos, eso seguro, lo que oiríamos.

En las charlas del bar todo el mundo se envalentona y muestra en voz alta lo que opina. El vecino o la vecina que te da los buenos días por las mañanas, no te va expresando su ideología. Y se agradece tanto esa falta de fondo. Vemos lo de fuera, la sonrisa amable, la cesión del paso, el sujetar la puerta y todo es Jauja.

La tecnología nos desnuda. Vivimos en una sociedad que nos fuerza a esa exhibición. Pasa en el mismo gimnasio. ¿Qué ha pasado con las puertas? Ahora los vestuarios no tienen más puertas que las de las taquillas. O te desvistes y te vistes de cara a todos o no vas. Te obligan a sentirte acomplejada por seguir sintiendo un poco de modestia, como si fueras una reprimida. Así que ahí estás, intentando que el proceso dure lo menos posible. Esa velocidad que intentas imprimirte hace que lo más cansado del ejercicio sea ducharte y vestirte.

Ese mapa no nos ha dado a elegir, nos retrata sin habernos pedido permiso. Nadie nos ha preguntado si queríamos ver a nuestras compañeras de ejercicio realizando tareas tan íntimas. Yo tengo que confesar que no sé qué hacer cuando una desconocida me hace partícipe de una conversación completamente desnuda. Pues ahora que sé lo que mis vecinos votan dónde los miro cuando me cruce con ellos.

 

 

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