Rafael Caro, más conocido como "Carito", es sacerdote en Arriate (Málaga), y fue su vínculo con una misionera de Cáritas el que llevó a tres sanitarios de la Serranía de Ronda a vivir una experiencia que difícilmente olvidarán de ayuda humanitaria en dos hospitales de la República Democrática del Congo.
"Nos planteamos dos líneas fundamentales: colaborar de forma estructural en finalizar la obra de un área de maternidad y la línea de trabajo asistencial", resume a Efe la supervisora de Enfermería de Urgencias Hospitalarias del Hospital de Ronda, Rocío Gamarro.
Lo que no entraba en los planes de estos sanitarios -que viajaron junto a otros quince profesionales-, era el fuerte impacto que supondría conocer de primera mano las condiciones en las que el personal sanitario de aquel país atendía a los pacientes, y realizaba intervenciones quirúrgicas con una escasez apabullante recursos.
Algo tan inimaginable en España como carecer de agua corriente en un centro hospitalario, acentuaba lo evidente del contraste entre ambos países.
"Cuando iba al hospital iba mentalizada para encontrarme pobreza, pero aquello nos dejó con la boca abierta. Entramos en quirófano y dijimos: ¡Dios mío! ¿¡Cómo podéis operar aquí!? Y el médico me dijo: 'Sí, operamos, y la gente se salva y se cura'", narra la enfermera Anna María Janot.
El jefe de servicio de Traumatología del Hospital de Ronda, José Luis Ruiz Arranz, calcula que el equipo completo de profesionales desplazados al lugar ha asistido a "unos mil pacientes". "Hemos hecho cirugía ginecológica y obstétrica, se ha operado un cáncer de mama, histerectomías, un embarazo ectópico...", enumera.
A la escasez de medios y fármacos se une la falta de formación en el ámbito sanitario. "Allí no hay un traumatólogo en 500 kilómetros a la redonda. No hay cirujano maxilofacial, ni un neurocirujano y muchas veces los médicos generales se ocupan de los aspectos materno-infantiles".
Un médico general es "capaz de operar una apendicitis, de hacer una cesárea, o de atender un parto", cuenta Ruiz Arranz.
No obstante, el traumatólogo logra exprimir una sensación de satisfacción que contrasta con el relato de sus compañeras: "No sé si es políticamente correcto, pero allí me siento muy médico".
Explica que allí las personas que acuden al médico le "necesitan en mucha medida", mientras que en España el sistema sanitario es tan accesible que se reclaman ciertas asistencias que, comparadas con las que demandan en el Congo, son "casi un juego de niños", manifiesta.
Los profesionales rondeños, que han narrado ahora la experiencia vivida el pasado septiembre, ya planean regresar al Congo el año que viene para retomar el proyecto, en cuya fase inicial han invertido 14.000 euros.
Además, aspiran a que se proyecte a medio-largo plazo, para mejorar así la calidad de vida y la salud de una pequeña parte de la población congoleña.
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