Hay quienes me han manifestado que escribo una prosa poética con una matriz inherente que es la protesta. Lo siento. No puedo ausentarme ni desconectarme. Y menos en estos momentos, donde compartir mis expectativas sociales, mis preocupaciones políticas y expresar esas utopías que me hacen caminar se convierte en un acto consciente, íntimamente revolucionario, y sin lugar a dudas, en una denuncia catártica. Por mi activismo profesional e ideológico, por mi pleno convencimiento de que aún tenemos posibilidades de construir y formar parte de un humanismo “nuevo”, algunas veces tengo la sensación de hacerme trovadora, entre encuentros, palabras y líneas, de lo deseable, de recuperar la memoria histórica y transformar nuestro “hoy” en una bengala de razones para sentir plenamente la vida. En estos días de claroscuros, colectivamente, tenemos el compromiso ciudadano de acudir a las urnas, de manifestar nuestras opciones, de agradecer este derecho en reconocimiento de las personas mayores que lucharon y combatieron por hacerlo posible y efectivo. Este 10-N nuestro país tiene que garantizar las bases constitucionales, la Democracia en “mayúsculas”, el pluralismo, lo ético y lo incuestionable de los valores. No podemos permitir las tretas donde se una el conservadurismo férreo, las alianzas interesadas o las patrañas fascistas. No debemos permitirlas justificaciones irracionales, los mítines minados de prejuicios y señalamientos, las consignas de separatismo entre comunidades ni las continuas “cortinas de humo” que lo único que provocan son posicionamientos extremistas e incendiarios. Recordemos que somos nosotras/os quienes les sentamos en sus tribunas, por ello, salvo circunstancias excepcionales, formemos parte de esa larga lista de personas responsables y proactivas. Decidamos y apostemos por un país donde su representación política, como mínimo, trabaje intensamente por justificar sus sueldos, dietas, privilegios y sus posteriores pensiones vitalicias. Actuemos, no para restar derechos ni libertades, sino para preservar las que tenemos y se expandan a los sectores poblacionales o colectivos con mayores dificultades. Votemos a quienes no han puesto nunca en duda, en su trayectoria histórica, los apellidos del Estado, es decir, el ser “Social” y “Democrático de Derecho”. Porque si no lo hacemos, resucitaremos los alzamientos violentos y los monólogos de los dictadores sin escrúpulos. A España no le ha dado tiempo a cerrar algunas heridas y padece aún las secuelas de sus cicatrices. En estos últimos tiempos, le sobrevuela las cenizas infectas de la tiranía y el desprecio por la igualdad. Votemos con conciencia crítica y confiando en que seamos Tierra de inclusión, acogida, progreso, empleo…Que quienes estén al frente, prevengan y luchen contra el terrorismo de las violencias machistas, que defiendan la diversidad afectivo-sexual, la identidad de género y la coeducación, que incrementen el empleo público y privado desde la estabilidad y la calidad, que velen por los sistemas de protección, invirtiendo en prestaciones, recursos y servicios que cubran las necesidades básicas para evitar las fracturas sociales y la vulnerabilidad relacional, que haya medidas efectivas para la conciliación personal, familiar y laboral, que respeten y cuiden a nuestra Gaia. En definitiva… Imagina que “ahora sí” es posible.
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