Ya hemos llegado a la cima. El culmen del desbarajuste moral lo ha asumido la presidenta de la asamblea nacional catalana justificando los actos violentos porque le da proyección internacional al interminable “proceso”. Justamente es lo que no ha conseguido, reconocimiento internacional. Ni un solo país. Ni Andorra. Y con la violencia, menos. Los independentistas radicales están incontrolados. Nada los para. Elisenda Paluzie ha alcanzado la cumbre: “Al final el mundo es como es” y “son estos incidentes los que hacen que estemos en la prensa internacional de manera continuada estos días, es decir , que hacen visible el conflicto”, “Es evidente que puede tener aspectos positivo y negativos, pero al final el principal responsable es la violencia del Estado”.
Los CDR están aproximándose al punto antes del terrorismo. A un sector le falta un peldaño nada más y se está investigando. Arran, la organización juvenil de la CUP, especialista en Kale Borroka, ha convocado a impedir los actos de Pedro Sánchez en Cataluña, donde cerrará la campaña electoral así como la visita de Felipe VI a Barcelona, para los Premios Princesa de Girona, convocando a sus seguidores. El gobierno y el parlamento catalanes han aprobado una comisión para analizar ¡la violencia de los mossos de esquadra! por defender las personas y las calles barcelonesas y los edificios oficiales, carreteras , autopistas, estaciones y el aeropuerto. La mesa del parlamento va a debatir también la petición para lograr el cese del consejero de Interior. Si se produce, tendrá consecuencias en la legalidad española y catalana, por ejemplo la aplicación inmediata de la ley de Seguridad Nacional. Mientras tanto conviene recordar el aserto de Benjamin Barber: “El miedo puede suscitar silencio o incluso sumisión; raras veces produce seguridad verdadera”. Por tanto, hacen falta medidas proactivas, no meramente defensivas.
En democracia, la exclusividad del uso de la violencia la tiene el Estado democrático. Pero cuando surgen organizaciones sociales (o políticas) que proclaman sin pudor que “Els carrera serán siempre nostres” (Las calles serán siempre nuestras) o “El poblé mana, el govern obeeix” (El pueblo manda y el gobierno obedece) o “Nos habéis enseñado que el pacifismo no vale para nada” se hace evidente que la principal tarea es lograr el aislamiento de los violentos. Eso exigirá un gobierno en Cataluña bien diferente al actual, que respete la diversidad. Eso no está a la vista.
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