Nada más llegar a La Moncloa, tras prosperar la moción de censura en junio de 2018, Pedro Sánchez anunció su firme intención de proceder a la exhumación del criminal Francisco Franco. Días más tarde publiqué en Facebook y Twitter un comentario en el que admitía sentir envidia sana porque el dictador iba a salir del Valle de los Caídos antes que Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena. Ensalzaba la determinación del entonces presidente del Gobierno -hoy en funciones- frente a la inacción de la Junta de Andalucía.
Recuerdo el goteo de llamadas de dirigentes socialistas, con cargos orgánicos o institucionales en el Gobierno andaluz, que afearon mi análisis y me advirtieron de que me equivocaba porque el orden sería inverso: “Primero Queipo seguro”. Incluso me alertaron sobre la impostación ilusionista de Sánchez, frente a los pasos firmes que estaba dando la entonces presidenta de la Junta: “No es seguro que salga Franco. Ya lo verás”.
Año y cuatro meses después, lamento haber tenido razón. Los restos de Franco reposan en el cementerio de Mingorrubio, mientras el ‘carnicero de Sevilla o Virrey de Andalucía’ sigue enterrado con honores en el templo de la Macarena. Pase lo que pase el 10-N, Sánchez ya ha pasado a la historia por acabar con una anomalía democrática, mientras Susana Díaz perdió una oportunidad irrepetible. Desde que el Parlamento andaluz aprobó en marzo de 2017 la Ley de Memoria Histórica de Andalucía hasta las elecciones del 2 de diciembre de 2018, tuvo un año y 9 meses para hacer cumplir esta norma. No demostró, sin embargo, la misma determinación del secretario general socialista.
La milonga de que es un asunto delicado porque hay un debate ciudadano complejo se evapora ante el obligado cumplimiento de una Ley que distingue dos lugares en los que no pueden permanecer fascistas: los públicos y los privados con proyección o uso público -como es el caso de la Macarena-. A Sánchez no le tembló el pulso, a Díaz sí, porque esta hermandad es mucha hermandad.
Ahora, como jefa de la oposición, instó el pasado jueves a la Junta a cumplir la Ley. Y ni PP, ni Cs, ni mucho menos Vox, tienen intención de mover a Queipo. Aunque estoy convencido de que queda menos para su exhumación, es un absurdo y una vergüenza para Andalucía que Franco esté fuera y siga dentro el verdugo de 50.000 andaluces -entre ellos Lorca y Blas Infante-, ejecutor de la sangrienta Desbandá de Málaga e instigador por las ondas de una secuestrada Radio Sevilla de masacres de “rojos maricones” y violaciones de “rojas pecadoras que predican el amor libre”.
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