El subdelegado del Gobierno, el delegado municipal de Gobernación y altos mandos policiales se han reunido con asociaciones de vecinos para abordar lo que se empecinan en calificar como “sensación de inseguridad”, hasta el punto de que reprocharon a los dirigentes vecinales que se quejen por la delincuencia existente. Para ellos no hay motivo de alarma, ya que hace tiempo que no se registra un asesinato. Sin embargo, y a modo de ejemplo, los residentes en Los Bermejales que en los últimos meses se han despertado sobresaltados las nueve veces que de madrugada los aluniceros han estampado un coche contra la perfumería que tiene Aromas en el barrio difícilmente no verán que no hay un incremento de la delincuencia.
Por mucho que los responsables de mantener el orden traten de mitigar la alarma social, las estadísticas del propio Ministerio del Interior reflejan que en el primer semestre del año se han incrementado en una media del 10,5% ocho tipo de delitos, justamente los que, como los robos en comercios y domicilios, más directamente afectan a los ciudadanos. Estos comprenden que faltan policías y que demasiados delincuentes entran por una puerta y salen por otra de los Juzgados, pero no son culpables de las disfunciones de un sistema que mantienen con sus impuestos y que por eso mismo tienen todo el derecho a exigir que funcione en vez de ser abroncados por sus quejas.
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