Siempre tenemos algo que hacer. Algún plan, algún objetivo que conseguir. Y nos olvidamos de ahora. De este mismo instante. De disfrutarlo. De luchar por lo que verdaderamente queremos. ¿Por qué vivimos pensando en el qué dirán y actuamos en consecuencia de ello? ¿Por qué siempre seguimos las directrices que nos marcan y no somos nosotros los que las marcamos? Nos cuesta hacer las cosas por nosotros mismos. Por nuestra propia iniciativa. Que salga de nuestro querer hacer y no de lo que quieren que hagamos. Quizás sea el miedo quien nos va manejando los hilos, quien nos va marcando el camino. Pero párate a pensar si de verdad estás haciendo lo que quieres hacer o si estás haciendo lo que la gente quiere que hagas. Quizás no seas feliz así y no llegues a disfrutar del día a día. Pero al menos intenta hacer todo por ti y no por nadie. Haz lo que te apetezca. Quiere de verdad a quien quieras querer. Besa cuando sientas la necesidad de hacerlo. Ríe cuando sientas ganas de hacerlo. Lánzate al vacío aunque tengas dudas de si tienes alas para poder volar. Apunta a las estrellas, tan solo así podrás alcanzarlas. Confía en ti, en tus posibilidades. Sé capaz de romper todas las barreras, sacudir todos los miedos y disfruta, hasta que te duela el alma de hacerlo.
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