Se acuerdan del “caso Apemsa”? Ese que montaron unos pocos con el altavoz de algunos partidos de izquierda para intentar atribuir de forma falsa delitos a los gestores de Apemsa durante el cogobierno PP-PA, ¿sí? Pues ahora se llama Caso Juan Clavero. También caso Cortabarría o caso Calzado pero resulta, cuanto menos, ridículo que el hombre que tanto proclama que los demás cumplan la ley, sea condenado por no cumplirla y vulnerar el honor del consejero delegado de esa etapa.
Lo que muchos sabíamos, que la plataforma “Apemsa no se vende” (con el apoyo, jaleo, aplauso y a saber si financiación de PSOE, IU y Levantemos) no pretendía la reposición de una posible merma de caudales públicos sino una mera tortura política, lo confirmó en su día el juez y ahora lo ratifica. Los acusadores (los mismos que desde su verde púlpito dan lecciones todos los días a los demás de legalidad) querían imponer sus ideas a base de caceroladas y pancartas y se olvidaron de que era necesario acusar con pruebas y la verdad. Entonces, no hubo rectificación alguna.
El ego de Clavero y compañía no les permite decir a los ciudadanos que su denuncia carecía de fundamento y que ninguna de sus acusaciones era cierta. Y mucho menos después de que, cosas de la vida, sean precisamente ellos los únicos que, hasta el momento, han sido condenados por el juez por vulneración del honor del anterior consejero delegado, Daniel Pérez.
¿Dónde están David de la Encina, Antonio Fernández, José Luis Bueno o la misma Teresa Rodríguez ahora que la justicia confirma que sus defendidos vulneraron el honor del consejero delegado y que se precipitaron a jugar a jueces y no fueron capaces ya no solo de respetar la presunción de inocencia, sino de acusar con un mínimo de verdad?
El calvario que Pérez ha tenido que sufrir (no fue el único vapuleado por estos tres condenados) no hay quien lo pague ni diario que lo remiende, pero la política, los medios de comunicación y la sociedad de El Puerto deben aprender varias cosas: que la justicia actúa y que la ley hay que cumplirla; que por mucho que se manifiesten, griten, insulten o hagan pancartas o encierros no se tiene razón. Señor Clavero, señor Hiniesta y club de fans (y lo de señores va por el educado cumplido) dejen de pontificar cada vez que hablan porque por muy catedráticos que se crean de las vidas del cielo y de la tierra, la realidad es que no han contado una verdad. Y a los políticos que les aplaudieron, bájense del pedestal, quítense las pegatinas y pidan disculpas.
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