En román paladino

Termita y cloratita

La exigencia de la condena de los actos violentos es evidente

Publicado: 01/10/2019 ·
22:08
· Actualizado: 01/10/2019 · 22:08
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Los  chicos de la gasolina” . Así se refería, no con complacencia pero sí con comprensión, el  líder vasco del PNV, Xabier Arzalluz , a los jóvenes vascos abertzales que hacían la “kale borroka”   y que practicaban el acoso a los no nacionalistas. Ahora,  al ver la reacción de las autoridades y representantes de los partidos soberanistas  ante los otros chicos - aunque en este caso sean de mayor edad - que trabajaban para lograr  los elementos para la composición explosiva de termita y cloratita y otros productos susceptibles de fabricación de bombas  - presuntamente, porque está sub júdice -   se asimila a lo que también se atribuye a Arzalluz: “Unos mueven el árbol y otros recogen las nueces”. El árbol lo mueven los del CDR (Comités de Defensa de la República) y ahora parece que también los denominados Equipos de Respuesta Táctica (ERT) y los frutos lo recogen los dirigentes independentistas.

La escalada ha ido subiendo y no es lo mismo  una cadena humana desde Castellón a la frontera francesa que preparar un sabotaje. En esos menesteres  andaban trasteando los que  manejaban  los elementos químicos y  estaban conectados logísticamente  para  actos del tipo de la toma del parlamento catalán, el corte de carreteras y  diversos sabotajes. La exigencia de la condena de los actos violentos es evidente. La hacen todos los partidos estatales y los partidos catalanes lo declaman genéricamente pero no  en el caso concreto de las presentes detenciones, muy al contrario encabezan las manifestaciones en su defensa, entendiendo que son producto de la represión del Estado. Los independentistas no cesan de invocar su pacifismo y acusar reiteradamente a las fuerzas del orden estatales de ser los únicos que practicaron la violencia. Aquella actuación  del 1 de Octubre de hace dos años fue penosa y torpe. Estropeó la imagen de España en el mundo, dio credenciales a los separatistas y está costando a las embajadas españolas y al ministerio de Asuntos Exteriores darle la vuelta a la  imagen creada aquellos días.

Este 1 de octubre  es un mínimo ensayo de lo que vendrá cuando se conozca la sentencia contra los procesados presos. Vienen curvas. El jefe de la policía catalana se ha ido porque no le dejaban intervenir frente a los disturbios  contra los independentistas. Sabe lo que le sucedió al anterior responsable de los Mossos, Trapero, y pone tierra de por medio. El problema catalán sigue.

 

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