Artículo Primero

Justicia climática y derechos humanos

Para las personas que defendemos los DDHH, la cuestión no es indiferente, porque todos los seres humanos dependemos del medio ambiente en el que vivimos.

Publicado: 01/10/2019 ·
19:06
· Actualizado: 01/10/2019 · 19:06
Autor

Rafael Lara

Rafael Lara está en la Asociación Pro Derechos Humanos, antes por las libertades... o donde fuere por los derechos de las personas

Artículo Primero

Modestas reflexiones con aquel articulo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

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Se ha celebrado la semana pasada la movilización mundial por el clima, que culminó con la huelga mundial y manifestaciones el pasado viernes 27. Es evidente que el cambio climático está a punto de alcanzar un punto de no retorno. Por ello miles de colectivos y millones de personas estamos exigiendo que los gobiernos declaren la emergencia climática y actúen en consecuencia.

Pero los gobiernos sólo saben articular bonitos deseos sin tomar medida alguna, como ha clamado en la ONU la joven activista Greta Thunberg: “Estamos en el comienzo de una extinción masiva, y de lo único que ustedes pueden hablar es de dinero y de cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo se atreven?” Y hay que actuar, hay que actuar ya, hay que actuar sin excusas, que es lo que vino a decir el pasado martes Juan Verdes (exasesor de Obama) en San Fernando: “ha llegado el momento de pasar definitivamente a la acción. Salir a la calle, convocar manifestaciones, exigir a los dirigentes políticos un cambio con respecto al medio ambiente”.

Para las personas que defendemos los derechos humanos, la cuestión no es indiferente, porque todos los seres humanos dependemos del medio ambiente en el que vivimos. Un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible es esencial para el pleno disfrute de una gran variedad de derechos humanos, entre otros, los derechos a la vida, la salud, la alimentación, el agua y el saneamiento. Sin un medio ambiente saludable, no podemos satisfacer nuestras aspiraciones ni vivir a la altura de los estándares mínimos de dignidad humana.

Cada vez está más clara la vinculación entre derechos humanos y los efectos del cambio climático. El relator especial de la ONU sobre el medio ambiente y los derechos humanos, David R. Boy, pidió en 2018 a la Asamblea General de las NN.UU. que reconozca formalmente el derecho a un medio ambiente sano para combatir los flagelos del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación, que matan a más de ocho millones de personas cada año.

Efectivamente, el cambio climático es profundamente injusto, porque afecta de forma mucho más severa a las poblaciones empobrecidas, a las personas más vulnerables, a las regiones con menos recursos. Quienes menos contaminan son los que más sufren las consecuencias de un cambio climático que es ya una amenaza para toda la humanidad. Quienes más contaminan son los países más poderosos y sus poblaciones como EE.UU. y China.

En los países empobrecidos de África, Centroamérica o el Sudeste Asiático, hay un enrome déficit de servicios de salud, apenas hay recursos para poner en marcha medidas que palien las consecuencias del cambio climática, hay graves problemas de sequía y de suministro de agua, lagunas en la educación y enormes problemas de gobiernos incapaces de hacer una gestión a favor de la gente y el medioambiente.

Todo ello, a su vez origina enromes migraciones climáticas. Según la ONU más de 25 millones de personas se ven obligadas a desplazarse cada año por desastres naturales de aparición rápida, como terremotos, huracanes e inundaciones, y en esta cifra no están contabilizadas las afectadas por fenómenos de evolución lenta, como las sequías o el aumento del nivel del mar. Una parte de ellas son las personas que se suben a las pateras para cruzar el Mediterráneo arriesgando con ello sus vidas debido a las políticas migratorias de la Europa Fortaleza. 

Efectivamente, los cambios climáticos están cambiando profundamente nuestro mundo y cada vez provocan desastres que generan enromes desigualdades y pobreza en todo el planeta. Las poblaciones afectadas harán lo que siempre han hecho los seres humanos: emigrar hacia zonas donde sea posible vivir con seguridad y dignidad. Esas personas carecen de la protección que deberían tener en el derecho internacional humanitario.

Así que la lucha por un mundo vivible, por un medio ambiente sano y saludable, es parte también de la lucha por los derechos humanos. No se pueden separar siendo mínimamente conscientes. 
 

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