Matrícula de deshonor

Hombretones

Me molesta este rechazo tan absoluto a hechos tan deleznables como el maltrato, y que existan ‘hombretones’ que levanten las manos para negar algo tan evidente

Publicado: 30/09/2019 ·
12:24
· Actualizado: 30/09/2019 · 12:24
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Corría el año 84 cuando una madre con sus cinco hijos acudía al cuartel de la Guardia Civil. Imaginaos la situación: los dos hijos más pequeños en brazos y los otros tres pegados a la falda de aquella señora, que intentaba denunciar a su marido por maltrato. -Esas cosas se arreglan en casa, mujer-, le reprochaba el señor del tricornio que atendía en aquel viejo mostrador, mientras charlaba con otros compañeros del cuerpo, sin fijarse en los enormes hematomas que vestían sus mejillas. Aquella valiente mujer con lágrimas en los ojos tuvo que buscarse la vida, y sin ninguna protección, encararse con el mundo de su época y sobrevivir tragándose la rabia para sacar a sus hijos adelante. 

Los tiempos han cambiado, no cabe duda, pero aún no se ha logrado arrancar esta lacra que tanto daño está creando en la sociedad actual. Me molesta particularmente este rechazo tan absoluto a hechos tan deleznables como el maltrato, y que sin ningún tipo de pudor, existan ‘hombretones’ que levanten las manos para negar algo tan evidente -sin que se les sequen las axilas- tras los constantes asesinatos vividos en este mismo año.

Aquella madre coraje tuvo la mala suerte de errar en su matrimonio y la valentía de afrontar las consecuencias de haber nacido mujer, así como enfrentarse a una sociedad muy distinta a la actual, que sigue manteniendo reminiscencias del pasado, latentes en decisiones como las de Vox, que el 25 de septiembre rechazó la propuesta de aumento de partidas destinadas a la violencia de género -apoyada por el resto de grupos- con absurdas justificaciones sobre terminologías, volviendo a disfrazar el fondo de esta cuestión con formalismos que desvían la atención de una realidad que supera las 40 víctimas en lo que va de año.

Se ha de ser muy macho -y tener bien cargador los bolsillos- para enfrentarse con miles de mujeres que sufrieron y sufren este despropósito. Seguramente, si esa madre hubiese tenido un Centro Municipal de Información de la Mujer -algo que también han rechazado en dicho partido- la situación hubiese sido distinta, y sus hijos hubiesen tenido una vida muy diferente.

Es en estos contextos donde se observa ese miedo a perder ese supuesto poder que la historia ha otorgado al sexo masculino, miedo a perder los privilegios, como bien escribía el jurista Octavio Salazar, un miedo a compartir un rol que viene otorgado sin esfuerzo y que muchos disfrazan con retóricas incongruentes, aferrándose a ese pasado para sentirse más ‘hombre’, un concepto equivocado por el que muchos sentimos vergüenza.

 

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