El ojo de la aguja

Encontrarse en Huelva

Encontrarse en Huelva, para el huelvano de pro, me cuesta adjetivar la sensación, gris, azul y luz, blanca, porque no tiene parangón

Publicado: 23/09/2019 ·
12:17
· Actualizado: 23/09/2019 · 12:17
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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La verdad es que, luego de un tiempo estival poco sabático, en el que hubo de todo y que es preferible silenciar, se encuentra uno de nuevo en Huelva, la chiquita, coqueta, cincuenta mil veces vista sin agotamiento alguno a pesar de los pesares, con sus defectos y virtudes, tantas veces dejada de la mano.

Encontrarse con conocidos y amigos y con otros no tan cercanos, saludos,  pero eso sí, correspondiendo por cortesía en ciertos casos. De nuevo la visita a la redacción del periódico Viva Huelva y ver a Virginia González, un todoterreno en manos y mente, la responsable de que el diario funcione, y ahora con la presencia de esa avezada   periodista de Huelva, Carmen Barahona, que ya cubrió una primera etapa en este rotativo, y se incorpora de nuevo, y por novedoso, la presencia del bueno de Rafa Mora para cubrir las páginas de deportes, compañero y eterno itinerante del Recre sumando y sumando kilómetros.

Me viene a la memoria Rafa, la presencia del torero de Huelva Jesús Abril -q.e.p.d.- que, cuando me encontraba con él, en aquellas temporadas de almíbar de Primera división, me decía “Juan, acabó de llegar de Valencia, fui con  Rafa Mora, le acompaño en muchos viajes. ¡No veas cómo se bebe los kilómetros!”

Encontrarse en Huelva es una ensoñación añeja hecha realidad en totalidades, conforme te vas acercando antes del entrar en el puente del Odiel, por un motivo que no entiendo comienzas a cavilar el primer artículo. Y te ves ya en tu pequeño espacio pensante, tratando de ojear el libro de sonetos al que le queda un suspiro, y también tratar de ordenar páginas de ese otro libro comprometido con un gran deportista del golf y caballero, que no es otro que Cristóbal Guerrero. Libro iniciado manuscrito en Punta Umbría, por liberarme un poco del ordenador y darle otra tinta histórica a lo escrito. Libro, como digo entre café con leche, en la terraza de mi vivienda, sin horario definido, a veces frente a las puestas de sol que doblan las esquinas en los atardeceres y le dan una belleza paradisiaca a este lugar, o a la espera de despertar el alba, cuando tímidamente el viejo sol asoma sus  rayos por encima de las fábricas del Polo. Químico.

Encontrarse en Huelva, para el huelvano de pro, me cuesta adjetivar la sensación, gris, azul y luz, blanca, porque no tiene parangón. Es todo y parte al mismo tiempo, en renovada constante, ¿cómo algo que vemos pequeño se puede entender tan grande? Hilada por un cúmulo de vivencias, paisajes y aconteceres,  que aún así, y todo, se sigue manteniendo “chiquita” aunque crece, y de qué manera, más que nada en sensibilidades y en los adentros.

-¡Qué no me hablen nunca mal de mi madre! Perdón, de mi Huelva-, me dijo cierto día un onubense afincado en Fuenlabrada. Y es que encontrarse en Huelva vivifica el alma, cuando saludas en la plaza de Las Monjas al boxeador onubense Paco Méndez y te habla de los logros del hermano del inolvidable púgil y mánager Bienvenido Alloza, que nos dejó muy joven. Pues bien, su hermano mayor, Paco Alloza, recibió el pasado año el premio al mejor juez de boxeo del mundo, según el Consejo Mundial de Boxeo. Ahí queda escrito.

 

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