La indignación de honorables señores diputados por la publicación de una foto de una conversación -reservada y oculta a la información pública- entre Pablo Iglesias y Albert Rivera se ha convertido en un incidente de trascendencia política. Tras la negativa de ambos a apoyar la formación de un gobierno de Pedro Sánchez y tras el veto mutuo con el pase de Iglesias de la abstención al voto negativo si el PSOE pactaba con Rivera y de Rivera si el PSOE pactaba con los“populistas” de Podemos-según Rivera-… ambos se reunieron ricamente en la cafetería de la trasera del hemiciclo para comentar sus logros por haber impedido –con sus vetos mutuos- cualquier posibilidad de gobierno en España. Componendas vergonzosas por secretas para la opinión pública.
Un indiscreto diputado hizo una foto y la pasó a Oscar Puente – alcalde de Valladolid- que la publicó en Twitter. A continuación han venido las reacciones de rasgado de vestiduras: “Esto es la cafetería de diputados hace 10 minutos. He hablado allí decenas de veces con diputadas y diputados de todos los partidos. Que haya diputados que se dedican a hacer y difundir fotos como esta revela hasta qué punto se puede ser patético”, ha escrito Iglesias. Rufián ha continuado: "Esto es la cafetería del Congreso. Un espacio respetado por todos en los que se lleva hablando de todo con todos durante 40 años. Hasta hoy. No tenéis vergüenza". La de Rivera ha sido radical: Acusa al PSOE de "criminalizar" a todos los políticos que no sean de su partido. “Hasta dónde está dispuesto a llegar Pedro Sánchez? Cree que se ha vulnerado el reglamento, no respetando la privacidad de los parlamentarios”.
Estas reacciones medievales y corporativistas son las mismas que hubo en el parlamento británico cuando se difundió la pose recostada y durmiente de un líder conservador, pero la opinión pública lo agradeció. El derecho a la información prima sobre el interés particular en el secretismo de dos líderes políticos. ¿Creían que estaban desnudos en una playa nudista con la advertencia de la prohibición de fotos? No era el caso. Estaban en un lugar reservado, pero ni íntimo ni privado, ni en “órganos de la Cámara”. Las sentencias son claras: “El personaje público que en lugar público se expone a mirada ajena asume que su imagen pueda ser captada y difundida sin su consentimiento aunque no le satisfaga el resultado”.¡Bien por el alcalde!
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