El nuevo comisionado para el Polígono Sur, Jaime Bretón, ha llegado al cargo reconociendo sin ambages que dicho barrio es un gueto; insistiendo en fundamentadas reivindicaciones como la de que se soterre la vía del tren y se quiten los muros de los polígonos industriales, por contribuir al confinamiento de sus habitantes y a su aislamiento del resto de la ciudad; y lanzando un mensaje distinto al habitual: su petición a quienes allí viven a que hagan también su propio esfuerzo de integración. Es decir, a que no se queden esperando siempre que lo hagan otros por ellos desde fuera.
Nos parece una reflexión acertada porque hasta ahora prácticamente todos los esfuerzos de las Administraciones Públicas han consistido en dotar de más equipamientos al barrio -desde la Factoría Cultural hasta el parque del Guadaíra-, como si la superación de ese déficit fuera la clave para la normalización. Bretón, sin dejar de transitar por esa senda -su idea de desviar el tráfico de la carretera de Su Eminencia, por ejemplo-, ha dado un paso más y en otra dirección al apelar a la responsabilidad de los propios vecinos para que salgan del victimismo en que se hallan instalados y hagan un esfuerzo por cumplir las normas y leyes, los pilares de la convivencia. Sin esa observanci, difícilmente obtendrán el respeto que exigen por parte de los demás ni se librarán del estigma que desgraciadamente aún les acompaña.
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