De noche combate las llamas en el corazón de la Amazonía, de día se viste de corto con el uniforme del Juventus. Con el 7 de Cristiano Ronaldo a la espalda, Assis es uno de los muchos jóvenes indígenas que ven en el fútbol un balón de oxígeno en medio de los incendios que azotan la región.
La aldea de Marmelos, en el estado de Amazonas, en Brasil, ha parado los relojes para asistir desde las 08.00 de la mañana y hasta el final de la tarde a un torneo entre los equipos, masculinos y femeninos, de las diferentes comunidades de esta reserva indígena de los Tenharim.
Llevan uniformes pirata del Borussia de Dortmund, París Saint-Germain, Bayern Múnich, Manchester City o Schalke 04, que venden comerciantes ambulantes de una ciudad próxima.
Es la 'Champions League' de la Amazonía, pero con porterías hechas con tres finos palos de madera que parecen venirse abajo en cualquier momento, césped con calvas, banquillos con el techo revestido con hojas de palma seca y palafitos en los alrededores.
El público, de pie, bien pegado a la línea de banda; y los protagonistas, algunos descalzos y otros con botas y medias hasta las rodillas, driblando las temperaturas cercanas a los 40 grados. De fondo, un hilo musical de reguetón que no cesa.
Los partidos se dividen en dos partes de 10 minutos cada una y están llenos de intensidad, como el que disputaron Juventus y Borussia de Dortmund, emulando la final de la Liga de Campeones de 1997, pero siempre tendiendo la mano al rival.
Aquí los recogepelotas tienen que estar más atentos que los del Santiago Bernabéu, pues un balón a las nubes puede acabar en la Transamazónica, la gigantesca carretera que atraviesa la selva de este a oeste construida en tiempos de la dictadura militar (1964-1985).
Para ellos los reyes son el portugués Cristiano Ronaldo y el argentino Lionel Messi -a Neymar, su compatriota, ni le citan-, mientras que para ellas, la principal referencia es la brasileña Marta.
Assis se inspira tanto en el 7 del Juventus que lleva hasta el mismo peinado, rapado por los laterales y el flequillo con un tupé.
"Está siempre superando las marcas de goles, disputando con Messi. Me inspiro en él porque es un jugador que está luchando, persiguiendo su objetivo de ser el mejor jugador del mundo", afirma a Efe el joven.
"Mi equipo preferido es el Barcelona ¿Y jugador? Messi", dice sin dudar Julio, de pelo pincho y mechas rubias, vestido con la camiseta del Corinthians, el único representante brasileño en el certamen y a la postre campeón de esta edición.
Con una larga trenza, Débora, portera del PSG, que detuvo un penalti y más tarde levantaría el trofeo junto con sus compañeras, se fija principalmente en Marta, al igual que Juscelina, que milita en las filas del Juventus.
El fútbol es su particular terapia, su vía de escape en esa reserva situada al sur de Amazonas y que estas últimas semanas se ha visto amenazada por los incendios que se expanden por diferentes puntos de la selva amazónica.
Assis es uno de los jóvenes que ha tenido que enfundarse el uniforme de bombero y ayudar a combatir las llamas, apenas a 30 kilómetros de distancia de Marmelos y que van destruyendo a su paso miles de hectáreas en el pulmón verde del planeta, según constató Efe.
Las imágenes de extensas áreas de selva calcinadas por los incendios han indignado a la comunidad internacional y a las ONG, que señalan al presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, por su retórica antiambientalista y a favor de la explotación de los recursos naturales de la región.
En el caso del estado de Amazonas, donde está la reserva de los Tenharim, casi la mitad de los incendios de este año se han desatado en tierras indígenas y unidades de conservación ambiental.
Además del fuego, los indígenas también se enfrentan a las constantes presiones de madereros y ganaderos y hace unos años aumentó la tensión con los habitantes de Humaitá -la cabecera municipal-, quienes acusan a los Tenharim de la desaparición de tres personas en 2013.
Pero hoy en el improvisado campo de Marmelos, solo existe la preocupación de quién será el campeón, que se llevará un premio de 2.000 reales (unos 500 dólares) en la categoría masculina, y 500 reales (125 dólares) en la femenina, diferencias que también se ven en la Liga de Campeones de Europa.
Los sentimientos y las caras que se ven sobre el irregular césped también son parecidas. El gusto de la victoria, como los dos penaltis que paró el portero del Juventus al más puro estilo Gianluigi Buffon, se mezclan con el sinsabor de la derrota que experimentaron Mauricio, del Borussia, y Deise, del Bayern Múnich, novios fuera del terreno de juego.
La tensión también se masca en las tandas de penaltis, momento en el que la hinchada invade el césped y forma un corrillo alrededor de estos jóvenes que compaginan el fútbol y la lucha contra los incendios en la Amazonía.
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