Sevilla y Sanlúcar de Barrameda son hasta 2022 el epicentro de los actos conmemorativos del V Centenario de la primera vuelta al mundo, iniciada en 1519 por el obstinado Fernando de Magallanes y completada tres años después por un exhausto marino de origen vasco, Juan Sebastián Elcano.
El viaje más largo es un homenaje al espíritu explorador del hombre hacia lo desconocidoEl acto central del programa de actividades con el que se rinde homenaje a los 245 hombres que protagonizaron aquella epopeya ha tenido lugar esta mañana en el Archivo de Indias, donde los Reyes de España han inaugurado El viaje más largo, exposición organizada por Acción Cultura Española y el Ministerio de Cultura con el patrocinio de la Fundación Unicaja. Puede visitarse hasta el próximo 23 de febrero.
Permítannos el spoiler en este punto con un resumen de la crónica que viene a continuación. El viaje más largo es una muestra rigurosa, cuidada hasta el último detalle y con garantía de éxito al contar con una materia prima de incalculable valor, una selección de documentos originales que narran en primera persona los miles de kilómetros de océanos, vientos, sol y sufrimiento que padecieron los miembros de la expedición que cambió el curso de la historia.
Fin del spoiler y comienzo de la crónica.
La travesía de en torno a una hora de duración que proponen los comisarios de la exposición (Antonio Fernández y los archiveros Guillermo Morán y Braulio Vázquez) plantea seis escalas. En la primera de ellas, de nombre Sueño, se recrea el momento en el que Magallanes presentó en la Corte de Castilla su proyecto para llegar a las especerías. El Rey Carlos I (presente en la primera sala del Archivo de Indias gracias a un busto cedido por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid) decidió involucrar a la Corona en la expedición, que fue comercial, sí, pero también un reto diplomático. El Tratado de Tordesillas y las Capitulaciones de la Armada de la Especería fijaron los límites de lo estrictamente permitido. En resumen: no pisar suelo portugués.
El archivero y comisario de la muestra Braulio Vázquez lo explica recurriendo a la historia, obviamente. Portugal y España libraban en aquellos momentos una guerra para “captar talento” con el que ganar la carrera por conquistar nuevos mundos. “Era algo similar a la carrera espacial entre la URSS y EEUU en los años 60”.
El sueño, tras la firma de las Capitulaciones, se convirtió en un proyecto al que dar forma. Es el momento de la segunda escala, la partida. La burocracia de la Corona castellana era propia de uno de los imperios más potentes de la época. Innumerables documentos contables, de los que se muestran los más relevantes de los conservados en el Archivo General de Indias, detallan, a modo de excell moderno, los nombres de una tripulación conformada por once nacionalidades diferentes, sueldos, profesionales, víveres y materiales embarcados que intercambiar con los hombres que se encontraran en las tierras ignotas… Una réplica de las cinco naves que zarparon de Sevilla el 10 de agosto de 1519 (la San Antonio, la Trinidad, la Concepción, la Victoria y la Santiago) nos señala el camino hacia la tercera escala de El viaje más largo, la exploración.
En este punto de la exposición, al centenar de documentos originales que conforman la “columna vertebral” de la muestra, se le suman materiales audiovisuales y piezas etnográficas que impregnan la gesta de Magallanes y Elcano de mayor dramatismo, como bien reflejan las cartas de Maximiliano Transilvano, secretario del Rey Carlos I: “Rogamos al capitán Magallanes que hubiese a bien sacarlos de aquella desventura, que se volviese atrás y que la bastase y contentase con haber llegado adonde osadía ni temeraria de algunos de los mortales jamás había osado”.
Pero el que fue y ha pasado a la historia como el más importante cronista de la primera vuelta al mundo se llamaba Antonio Pigafetta. Su relato se impuso como el único relato de lo ocurrido en los tres años de expedición alrededor de la Tierra, aunque en él no menciona ni una sola vez a Elcano... Su testimonio es un “best seller de la época, con una difusión tremenda hasta nuestros días”, reconoce el archivero y también comisario Guillermo Morán.
En esta escala del viaje, los visitantes descubrirán cómo el secretismo de Magallanes, las inclemencias del tiempo, los días sin tener conocimiento cierto de hacia dónde se dirigían terminaron por romper los nervios de acero de la tripulación, originándose el motín que llevó a la San Antonio a desertar. Un duro golpe para la expedición al tratarse de la nao más grande y en la que iban mayor cantidad de provisiones.
Pero Magallanes no estaba dispuesto a ceder. Una recreación muy original del Estrecho de Magallanes y la vista de una noche estrellada en el océano Pacífico dan paso a la cuarta escala: el destino.
Ya en la mitad del recorrido de la exposición, se pueden contemplar algunos de los documentos históricos más impactantes, como es el caso del libro de las paces del Maluco. Se trata de un documento del Archivo de Indias que “no es un tratado pero en el que se recoge toda la negociación económica y diplomática que se llevó a cabo en la isla de las especerías y que refleja una realidad antropológica muy diferente de la europea”, explica Guillermo Morán. Estas paces del Maluco es el único libro redactado a bordo de la expedición que se conserva.
Muerto Magallanes en una trifulca con moradores de la actual isla de Filipinas, es el momento de que Elcano, al mando de la Victoria, inicie el regreso (quinta escala de la muestra). El marino vasco desafía a la naturaleza y sufre en el Cabo de Buena Esperanza el peor de los temporales; y a las técnicas de navegación de la época. Contra todo pronóstico, consigue llegar a las costas portuguesas. No corrieron la misma suerte los tripulantes de la Trinidad, que tuvieron que volver a las Molucas al hacer aguas la nave. Allí, fueron apresados por marinos lusos. Así lo relató el capitán Gonzalo Gómez de Espinosa en una carta que escribió al Rey Carlos I para pedirle su intercesión para que los liberaran. La misiva llegó a manos del monarca gracias a un criado que la llevó desde la India, donde fue escrita, a la Península ibérica.
La “labor quirúrgica” realizada durante dos años por los comisarios de la muestra toca puerto en la sexta escala, la transformación. Tres años después de que zarparan, el 8 de septiembre de 1522, Antonio Pigafetta deja escrito: “Echamos anclas junto al muelle de Sevilla y disparamos toda la artillería”. Cuenta la leyenda que dieciocho hombres, con sus camisas raídas y descalzos, tomaron a su llegada unas velas y se dirigieron a la iglesia de Santa Ana, en Triana, donde se postraron ante la Virgen de la Victoria para darle las gracias por haberlos traídos sanos y salvos. Esa misma imagen, cedida por la Archidiócesis de Sevilla y restaurada para esta ocasión memorable, cierra El viaje más largo, una exposición que busca “llamar la atención del público” sobre un momento clave de la historia de la humanidad.
Tras 50 minutos de travesía, El viaje más largo es la constatación de que a los exploradores de entonces les unen a los actuales los mismos sentimientos y emociones: el momento del adiós, el hombre ante la inmensidad, el miedo, la superación… “El viaje más largo es un homenaje al espíritu explorador del hombre hacia lo desconocido”, resume el comisario y marino Antonio Fernández Torres, que agradece a las instituciones colaboradoras, desde el Archivo Torre do Tombo de Lisboa a las bibliotecas nacionales de Francia y España, su implicación en este ambicioso proyecto.
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