La comunicación es una de las patas más importante que necesita cualquier proyecto para que éste sea entendido, conecte y tenga futuro. Trasladar con un mensaje convincente y certero evita problemas en el detalle y en las formas. Al Gobierno local portuense ya ha caído varias veces en el mismo error y de forma continuada.
La comunicación y la forma de hacer llegar su discurso no ha sido acogido ni tampoco ha sido asumido como errores del lenguaje ni en fallos de transcripción. El intento de subir los sueldos municipales, tan lícitos y hasta justos ante la dedicación plena del ejercicio público, fueron utilizados al no ser bien expuestos como en su día se rebajó en un brindis al sol demagógico, cuando nada más que algunas malas gestiones costaron más que el supuesto ahorro. Ese, el primer error.
El segundo llegó con la composición del Pleno. Un Gobierno que anunció a bombo y platillo y retransmitió cada una de las áreas a cubrir, tardó un mes para cerrar las competencias supuestamente ya otorgadas. La diferencia entre propaganda y comunicación. Cuesta justificarlo y más cuando hubo que prescindir del que debía ser el número ‘2’ de la lista y que por puesto es el peso pesado del proyecto.
Con calzador hubo que maquillar que se debía a su encuadre laboral, cuando es el máximo patrono y cuando sabía que iba como mano derecha del alcalde desde hace meses. Justificaciones varias, el veto de Ciudadanos fue decisivo.
Paradójicamente, para el socio de Beardo no le ha importado lo más mínimo tener que votar favorablemente para la incorporación del gerente de El Puerto Global, cuando ni el Consejo de Administración de la empresa, comité de trabajadores, oposición e Intervención han dicho que no. Una cosa bien distinta es Facebook y otra la comunicación. ¿Me explico?
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