El Gallinero

Hasta que la muerte nos separe

Publicado: 05/09/2019 ·
15:04
· Actualizado: 05/09/2019 · 15:06
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  • Manolo Santander con una de sus agrupaciones.

Están de luto las gradas del Carranza, las cortinas del Falla, las escolleras de la Alameda, el mostrador del Bar Ducal, las mojarras de la bahía, las campanas de la Palma y hasta el mismísimo Paco Alba, encarnado en su bloque de piedra ostionera y viñera.

Están de luto Cádiz, los gaditanos y sus cuatro vientos peleones, que resisten en calma en son de paz y melancolía. Y es que desafortunadamente el crespón negro del quebranto y el desconsuelo, sigue ondeando desde lo alto de El Faro de las Puercas en memoria esos gaditanos a los que la barca de Caronte vino a recoger para cambiarlos de orilla.

Si las golondrinas de la Caleta lloraron la muerte del poeta de la Laguna -Juan Carlos Aragón- y si los erizos del Campo del Sur se desvanecieron al conocer la marcha de José Helmo (El Pepón), hace tan solo uno días; hoy se cuadran las caballitas de la Plaza Pinto, para despedir a Manolito Santander. Sí, Manolito, nuestro Manolito. Porque habrá multitud de “Manolos” y “Manoletes” importantes, pero seguro que no habrá en la faz de la tierra ningún “Manolito” tan ilustre y querido por esta ciudad, como El Santander, aunque naciera en pleno corazón del barrio de la viña.

Se nos ha marchado Don Manuel Santander Cahué, el chirigotero que nos legó el himno oficioso del Cádiz C.F.: “Me han dicho que el Amarillo está maldito”... Pero no solo se nos ha ido el autor de dicho cántico archiconocido, se nos va también el autor de agrupaciones tan divertidas y premiadas como Los Ases del Jazz, Los Tom Sawyer, Los del perejil lacio, El Crimen del mes de mayo, Los de Capuchino, La Familia Pepperoni o La Maldicion de la Lapa negra. Un autor que consiguió atesorar uno de los palmares más colosales de la modalidad de chirigotas, pues consiguió nueve primeros premios, cinco segundos y cuatro cuartos. Este año, sin ir más lejos, se despedía para siempre con un primer premio compartido con su compañero de batallas, el periodista José Manuel Sánchez Reyes.

Con todo el ruido que hizo a lo largo de su trayectoria sobre las tablas del Teatro de su vida, con todo el escándalo que formó a modo de pasacalle por las eternas esquinitas de nuestra ciudad, con todo lo que ha calado en el corazón de algunos de sus pupilos, muchos de los que ahora concursan y también se llevan premios…, se nos ha marchado en riguroso silencio, como un señor. Sin entierros públicos, sin aspavientos, sin que las redes hicieran negocio a su costa.

Y es que para hacer ruido ya tenemos la vida. Él la tuvo en sus manos, la saboreó con gusto, he hizo lo que pocos podrán hacer; plantar el árbol de su vida, escribir muchos libretos de carnaval y regalarnos dos hijos maravillosos (Palmira y Manolín) para seguir con la dinastía inagotable de las coplas.

Se nos ha ido demasiado pronto, es verdad. Pero se va con la tarea bien hecha, vinculado a Cádiz, al concurso de su vida y como decía el nombre de la chirigota que obtuvo el primer premio en el año 1990, “Hasta que la muerte nos separe” con su barrio de la Viña.

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