El delegado de Cultura, Antonio Muñoz, ha acusado a Ciudadanos de tener una “obsesión enfermiza” por todo lo que ocurre en el Alcázar, monumento que ha calificado como “la joya de la corona de Sevilla” y “muy bien gestionado”. Al contrario que Muñoz, creemos que la preocupación de Ciudadanos está más que justificada y que lo injustificable es la despreocupación del delegado, máxime tras el último suceso que añadir a la larga lista de la que nos hicimos eco en un anterior editorial. Y es que lo último, por ahora, ha sido un desprendimiento de un tramo de escayola del techo del Apeadero, que afortunadamente no afectó a nadie pero que se ha producido en la zona de obligado paso de los casi dos millones de personas que visitan anualmente este Patrimonio de la Humanidad. Muñoz dice que es una de las áreas en las que se realizan revisiones “recurrentes”, lo cual más que tranquilizar se convierte en un motivo añadido de inquietud porque el desprendimiento, que ahora se atribuye a cambios de humedad y de temperatura, ha demostrado que su inminencia no fue detectada en esas revisiones. Los cambios ambientales han existido desde siempre y, que se sepa, nunca antes hubo desprendimientos en el techo, por lo que probablemente nos hallemos ante un problema de falta de mantenimiento preventivo que podríamos calificar, en línea con el delegado, como “recurrente”.
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