Educar para el futuro

Sin pasado no somos nada

El objetivo de los historiadores es elaborar escenarios con lo acontecido en el pasado para que la sociedad lo conozca

Publicado: 26/07/2019 ·
10:36
· Actualizado: 26/07/2019 · 10:36
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Como en cualquier disciplina que se considere científicamente aceptable, en la historia se reúnen datos que luego se utilizan para proponer interpretaciones, debiendo estar los primeros bien contrastados y no siendo inamovibles las segundas.

El objetivo de los historiadores es elaborar escenarios con lo acontecido en el pasado para que la sociedad lo conozca, pero sin perder de vista que un escenario histórico no es más que un constructo que debe estar sometido a constantes análisis y revisiones, no una propuesta incuestionable.

Pero no, aunque algún lector lo haya pensado, no voy a referirme aquí a la famosa memoria histórica, aunque mentiría si dijese que no está relacionada con el asunto sobre el cual pretendo reflexionar. Se trata de un problema que la sociedad propicia al no facilitar que las nuevas generaciones adquieran un conocimiento racional de nuestra historia, algo de lo cual soy testigo habitual y seguramente casi todos lo habrán sido en alguna ocasión. El principal motivo de esta ignorancia es la falta de interés por mirar hacia el pasado desarrollada en la sociedad, dejando a lo que entonces ocurriese en el terreno de lo anecdótico y lo curioso, además de utilizarlo como herramienta política para manipular los entornos sociales actuales.

La cuestión es que aunque a menudo se culpe a los políticos y se hable de un intento de ingeniería social (en parte todo verdad), pero lo cierto es que en el desinterés por conocer el pasado está influyendo mucho la educación, tanto en la enseñanza como en la familia. Alguno me dirá que actualmente se lee mucha novela histórica, que hay muchas revistas y documentales que popularizan temas históricos, y todo eso es verdad.

Pero además de que muchas veces en esos medios difunden contenidos discutibles, como en tantos otros temas en nuestra sociedad la enorme cantidad de información disponible al chocar frontalmente con la falta de sentido crítico y capacidad de análisis se convierte en un problema más que en una ventaja. A esto hay que sumar la adhesión de muchos a determinadas interpretaciones de la historia para no verse excluidos de sectores sociales cuyo dogmatismo está cada vez más arraigado a causa de intereses políticos y económicos.

Pero al final lo peor no es que haya personas desconocedoras de nuestra historia (que ya es malo), sino que cada vez hay más (sobre todo jóvenes) que careciendo de esos conocimientos creen poseerlos porque machaconamente les han inculcado escenarios históricos falsos o malinterpretados, cargados de inexactitudes, falacias y sectarismos que desautorizan e incluso demonizan cualquier opinión contraria. Debemos ser conscientes de que sin conocer nuestro verdadero pasado nunca lograremos disfrutar plenamente de nuestro futuro.

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