El diccionario del español actual describe el gatillazo como “impotencia transitoria del hombre en la cópula sexual”. No ha tenido otra ocurrencia más brillante Francisco Serrano, el líder de Vox en Andalucía, – para más señas con la profesión de juez- que referirse al mentado término del gatillazo, tras conocer una de las sentencias que más ha movilizado a la opinión pública española, - especialmente las mujeres-. El líder, socio de PP y Ciudadanos, a los que ha garantizado los presupuestos de este año y del próximo, se despacha con esta frase que debe ser grabada en la mente de todos los andaluces: "hasta un gatillazo o no haber estado a la altura de lo esperado por la mujer, podría terminar con el impotente en prisión". El machismo y la mala baba que trasluce la expresión son vomitivos.
La sentencia del Tribunal Supremo (TS) sobre La Manada – esa cruel tropa de violadores de mujeres –ha reconciliado a la justicia con buena parte de la sociedad española. El propio tribunal vivió sus horas más bajas con sus sentencias contradictorias - y alguna con sospechas de presiones de poderosos- con las hipotecas. Ésta, por el contrario, aunque requiere una modificación legislativa clara para su perfeccionamiento, ha procurado una enorme tranquilidad a las asociaciones de mujeres y a toda la ciudadanía.
No se puede ser más homófobo pero tampoco más estólido cuando se escribe sobre la sentencia del TS en Facebook lo siguiente: “Es un torpedo directo contra la heterosexualidad, contra las relaciones libres entre hombres y mujeres. Más liberticidio progre", dice Serrano en su publicación en la red social, donde nos clarifica su ideología cutre diciendo que la sociedad se encuentra "ante la paradoja progre en la cual la relación más segura entre un hombre y una mujer, será únicamente a través de la prostitución". ¡¡Oh!! Resulta que él, que no forma parte de la que su grupo denominaba “la derechita cobarde”, lo ha borrado todo de Facebook, tras el revuelo que ha formado. O sea, que la valentía tiene sus límites. Eso sí que es dar un gran gatillazo. Tener que desdecirse de lo escrito, porque es insoportablemente insufrible hasta para los de su partido, que han debido pasarse a la derechita cobarde ya la veleta naranja. Están juntos y no se sabe la diferencia, si no que pregunten al que llamaba al aborto frívolamente chupetón.
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