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Resetear todo el sistema

La ideología, que es la muerte del pensamiento, una trampa para acaparar votos en épocas electorales, alejándose cada vez más del pueblo

Publicado: 21/06/2019 ·
11:28
· Actualizado: 21/06/2019 · 11:28
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  • Congreso de los Diputados. -
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El Dedócrata no ha sido elegido a dedo. Es una opinión cualificada y rigurosa de la actualidad portuense

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Estamos conociendo estos días los pactos a los que están llegando los partidos políticos para el Gobierno de ciudades y comunidades y una vez más se demuestra que el llamado sufragio universal, no sirve para nada. Lo que me lleva a hacer algunas reflexiones.

La Democracia y el derecho son dos pilares básicos sobre los que se asienta el estado de una sociedad avanzada, sin embargo la palabra Democracia ha tenido más éxito pero su uso ha distorsionado su verdadero alcance, dejando en la sombra el otro pilar del estado, el derecho.

La prueba la tenemos en Cataluña donde los independentistas hablan de la voluntad del pueblo, Democracia, y los oponentes el derecho, la ley. La Democracia y el derecho deben ser complementarias, de forma que ambos actúen controlando al poder para que unos pocos elegidos por los partidos políticos no lo ejerzan de forma abusiva.

No hay duda de que los partidos son necesarios pero tal y como han evolucionado se han convertido en uno de los grandes problemas del Estado. Los partidos destinados a ejercer el poder apoyado por expertos en propaganda cuya señal de identidad es la ideología, que es la muerte del pensamiento, una trampa para acaparar votos en épocas electorales, alejándose cada vez más del pueblo una vez obtenido tener el poder.

Cuando el partido y sus líderes políticos imponen listas de candidatos desconocidos para los ciudadanos, cuando se cierra el paso a personas valiosas, cuando lo más valorado para prosperar dentro del partido es la obediencia ciega y la sumisión, cuando ni se puede seleccionar dentro de las listas a los que se consideran más idóneos, entonces no representan al pueblo; los elegidos están representando a sus líderes.

El cambio producido en los partidos no responde a la confianza que el pueblo depositó en ellos, las promesas electorales y la actuación cuando llegan al poder, el incumplimiento de los programas, el engaño permanente y los pactos vergonzosos en aras de la estabilidad ponen en verdadero peligro el sistema democrático. No es de extrañar que algunos añoren la dictadura.

La Democracia no puede estar por encima de la ley, el derecho es el garante de los valores cuya unión determina la justicia, las claves de la paz social, la libertad, la igualdad y la seguridad.

Sin embargo, poco sirve el derecho si los encargados de aplicarlas las normas traicionan al estado democrático de derecho y se sirven de él para mantenerse en el poder, ya sea sometiendo el poder legislativo al ejecutivo, ya sea mediante el abuso del decreto ley, ya sea mediante la introducción en el poder judicial o imponiendo la dirección de comunicación social como la televisión.

Para acabar con todo esto es necesario desarrollar una cultura basada en la rectitud y la moral, una cultura que permita la crítica y la participación del ciudadano para que pueda parar al poder político en el uso excesivo del mismo, listas abiertas y Gobierno de las personas más votadas podría ser una solución que acabara con tanto mamoneo.

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