Cunde la estupefacción viendo las negociaciones políticas de estos días. El repóquer en todas las jugadas lo tiene Ciudadanos. ¡Cuánta impostura! ¡Cuánta hipocresía argumental! ¡Qué infame forma de tomar por tontos a los ciudadanos, a los que son de Ciudadanos y a los que no son! Cuando se convocan las elecciones Albert Rivera se propone dos objetivos: Ganar al Partido Popular el cetro de la derecha y formar una alianza de destronamiento de Pedro Sánchez al precio que fuera. No consiguió ni lo uno ni lo otro. El PP le adelantó en todas las elecciones y la foto de Colón significó extender el pacto de Andalucía a todos los territorios. El coste de querer quitar a Pedro Sánchez por su partido va a ser infinito y se verá cuando toque.
El argentino Ricardo Piglia tiene un aforismo “ad hoc”. Escribió un monumento a las frases a recordar: “Prefiero ser un fracasado a ser un cómplice”. Ante las coyunturas difíciles se suelen plantear estas situaciones embarazosas en las que se miden los líderes y, en general, los hombres – y mujeres- de principios. La disyuntiva que se ha encontrado Rivera en el cruce de caminos, tras las elecciones, ha sido o colaborar –con deshonra – con los que no piensan ni actúan como tú has defendido o hacerte cooperador necesario con los que has denostado durante años y van palmariamente contra tu programa. Albert Rivera ha escogido los dos. Ha fracasado y ha sido cómplice. Solo le queda en pie el cinismo.
Se dice – a la contra- que Pedro Sánchez,que blandió su No es No como estandarte en la anterior legislatura, no es el más indicado para pedir colaboración –en forma de abstención- para que España tenga gobierno. Es muy diferente la situación. En la anterior legislatura podía haber una mayoría alternativa a la que, finalmente, llevó al gobierno a Mariano Rajoy. Quedó patente en la moción de censura. Otra mayoría era posible. Y lo fue mediada la anterior legislatura. Ahora la derecha o, si se quiere, el centro derecha, con la derecha extrema, no alcanza la mayoría mínima exigible para poder, ni de lejos, intentar formar gobierno en España. El siguiente argumento es aún peor. Fue la condena por corrupción la que no votó Ciudadanos en la moción de censura en el Congreso de los Diputados y no lo hará ahora ni en la Comunidad de Madrid ni en ningún sitio.
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