Una feminista en la cocina

Cinco días

Por esa denuncia falsa- y el tránsito obligado en la cárcel gracias a ella- se indemnizó al supuesto con más de 2000 euros, pero no sabemos si le compensarían.

Publicado: 13/06/2019 ·
08:36
· Actualizado: 14/06/2019 · 16:11
Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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En el 2013, una pareja finge un robo. Uno de ellos reconoce al supuesto ladrón y lo enchironan. Pasa 5 días de estancia obligada en prisión el denunciado hasta que un alma caritativa dice que todo ha sido una mentira. Por esa denuncia falsa- y el tránsito obligado en la cárcel gracias a ella- se indemnizó al supuesto con más de 2000 euros, pero no sabemos si le compensarían. Seguro que no porque la trena no tira como Supervivientes, porque no hay cámaras que te sigan a todas partes para que digas paridas, ni presentadores que te preguntan tu opinión sobre cualquier incidencia.       

Policía nacional.

Los cinco días-para más inri en la primera semana de agosto- a cualquiera de nosotros se nos harían llaga convertidos en más de 400.000 segundos, lentos y estriados como pulsaciones aceleradas. Y todo por una pavada de 470 euros a la que ni el profe de mates ( Nicanor del Lara) podría dar solución, en esta ecuación que no termina bien más que para los que miramos. Porque los dos acusados pasaron a ser los que dijeron que les habían robado los 400.  Los han condenado a 2 años, pero no pisarán cárcel porque han indemnizado, pactado y justificado su delito. El antiguo supuesto se libró de chiripa que no hay como dar el perfil óptimo para comerte todos los marrones que parezcan chocolate, que lo del sambenito aún pesa que estamos en tierras castellanas aunque el sol nos dore la piel y los gusanos de Dune campen a sus anchas.

Momificamos a los tiranos, peleamos por sillones, abandonamos las playas en septiembre al ritmo de gente que miente por 470 euros y manda a la cárcel a un inocente para componer mejor una coartada. Luego dirán que solo soy lo que leo y estampo en estas líneas, copiando historias locales, pero es que no hay otra cosa más que deglutir y engordar hígados de oca que serán seccionados, limpiados y triturados para desayuno de nuestros niños. Componemos la realidad a brochazos impíos, a sesgos de almas extrañas porque hemos mamado de la televisión a mafiosos y proxenetas y ni los héroes engominados de Disney, ni sus patéticas princesas pueden sacarnos de los fangos que acumulamos por generaciones. El ADN fenicio nos lleva a dar y tomar, dando gomina de la buena y tomando por saco romano que nos robaban trirremes y aceites porque no existía el copyright. Tampoco en esto que hacemos los que tecleamos a dos dedos por mucho que la APC nos exilie de sus filas, a los que con Alcántara por cabeza, Vargas Llosa, Camba o Colombine nunca estudiamos periodismo sino otras letras. Con entusiasmo, las impresas. Pero lo entiendo, los gremios nos transportan a lo medieval que tanto se lleva ahora con mercados en cada puerta, con manteros en plena carrera, invidentes que reconocen- en el acto- a un caco y una indemnización por residencia forzosa en el maco en la primera semana de la agostera.

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