Editorial Sevilla

Setas versus Sevilla eterna

Los monumentos de la Sevilla tradicional reciben muchas más visitas que la Setas y sin el gasto de 120 millones teniendo barrios pobres

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Interesados propagandistas empeñados en presentarlas como el nuevo icono de la ciudad han divulgado que las Setas de la Encarnación se han convertido ya en el principal motivo para la visita turística a Sevilla, pero las estadísticas, a modo de prueba del algodón, no engañan: si se trata de una competición simbólica, los monumentos asociados a la Sevilla de siempre y declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la Catedral y el Alcázar, mantienen, e incrementan, su rol como principales atractivos patrimoniales sevillanos. El oficialmente denominado Metropol Parasol, que costó al menos 120 millones de euros y que por encargo de Monteserín diseñó el arquitecto alemán Jürgen Mayer, ha atraído en sus primeros siete años de existencia del orden de dos millones de visitas.

Esa cifra la superó en tan sólo un año, 2018, la Catedral, y el Alcázar se quedó rozándola. Mientras que en 2017 las Setas perdieron visitantes respecto de 2014, la Catedral y el Alcázar registraron casi medio millón más que cuatro años antes, yendo de récord en récord. Incluso el Museo Taurino de la Real Maestranza supera en visitas en el último trienio al Metropol Parasol. La conclusión es obvia: la Sevilla despreciada como “tradicional” por los propagandistas de la “vanguardia” de las  Setas sigue siendo el motor turístico, y sin necesidad de haberse gastado 120 millones en la ciudad con los barrios más pobres de España.

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