Patio de monipodio

Poco ahorradores

¡Qué vicio de gastar! en vez de entregarlo (depositarlo, le llaman) a los bancos para que se lucren mejor y nos puedan freír a intereses y comisiones

Publicado: 09/06/2019 ·
22:21
· Actualizado: 09/06/2019 · 22:21
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Parece mentira. Hay que ver. Menos mal que el esforzado Gobernador del Banco de España, nos ha regalado pues… su segundo apellido con Z. Ha descubierto, él solito ¡que portento! que los pobres ahorran poco. Y no por falta de ocasiones, que hay cuatro bancos, ya muy creciditos gracias a las concentraciones y al ajusticiamiento de las cajas de ahorros, esperando que les confiemos los nuestros, para poder flagelarnos con intereses y cobros por “servicios”. No, no es por falta de oportunidades; que están ahí, esperando, ya no a la vuelta de la esquina, porque cada vez hay menos oficinas, pero nos esperan. (Y lo que te rondaré). Él solito, sin ayuda, lo ha descubierto “porque viven por encima de sus posibilidades”. Hay que ver, qué gente. ¡Qué vicio de gastar!, en vez de entregarlo (depositarlo, le llaman) a los bancos para que se lucren mejor y nos puedan freír a intereses y comisiones; que cuidar el sistema financiero es más importante que acudir al supermercado, donde sí nos dan algo a cambio de nuestro (escaso) dinerito.

Todo un Excelentísimo señor Gobernador del Banco de España, que se conforma con unos “míseros” 12.731 euros mensuales, por 14 pagas al año, advierte a las familias que esto no puede seguir así. Que vayan menos al súper, que los precios suben que es una barbaridad, que utilicen jabones menos caros para la ropa y para el cuerpo, o que no gasten dinero en “tonterías”, que los castellanos de pro no se lavaban y, ya ve lo bien que les venía el olorcillo para echar a la gente de sus casas y conquistar ciudades. Así, así se crea un Estado fuerte, así se hace patria. Y esa costumbre bárbara de comer dos veces al día, y hasta tres, con el precio que han alcanzado las verduras. Y tanto entrar en zapaterías. En África se colocan botellas de plástico atadas a los pies con lianas, y no pasa nada. Es que los trabajadores se han vuelto muy comodones. La verdad, siempre lo hemos sido. Pero hoy, en el siglo que hace el número veintiuno de esta Era, ya no es lo que era. Y no está la era para dar trigo.

Si suben los garbanzos, no coman garbanzos. ¡Boicot al campesino y al recolector y al envasador de garbanzos! ¿Qué necesidad tienen los pobres de comer todos los días? En vez de gastar los seiscientos euros en dar de comer a los niños y otras cuestiones carentes de importancia, ingrésenlo en cualquiera de los cuatro bancos beneficiarios de las fusiones “que el que gasta siempre tiene”. Lamentable desatino que la jocosidad no puede resolver pero ayuda (algo) a sobrellevarlo. Que un ¿gestor? con unos ingresos anuales de casi 180.000 euros, se permita el lujo de decir que el mileurismo gasta “por encima de sus posibilidades”, cuando un guiso para cuatro personas supera sin esfuerzo los seis euros de costo, que multiplicado por 30 días, por dos comidas diarias, sube a 360 euros, más desayuno, limpieza y vestido. Pero si el alquiler de la vivienda se va a 600 ó 700 euros ¿cuántos juegos malabares hay que hacer para vivir? Y estos economistas, sin ruborizarse, afirman que vivimos por encima de nuestras posibilidades. ¿Qué querrán que hagamos? Es que el problema es de fondo y de fondo están ellos: o bajan el coste de la vida o suben los sueldos. “Guasa” es decir eso y pueda continuar.

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