Decían el otro día en el PSOE que desde Andalucía se le iba a brindar a Pedro Sánchez no sólo la reconquista del territorio (en las generales de 2016 se impuso el PP), sino que además la victoria iba a ser rotunda, sacándole al PP el doble en votos y diputados. Y el órdago se ha cumplido a base de bien, con los socialistas superando su mejor versión desde que Susana Díaz es secretaria general (fue en 2015, con 1,4 millones de sufragios y 22 escaños) y acercándose a sus cifras de 2011, así que por ahí podría decirse que no hubo sorpresas que sí llegaron de la mano del descalabro del PP, que no se esperaba que fuera tan descomunal: en sintonía con lo ocurrido en el conjunto de España, le dijo adiós a la mitad de los votos, de los escaños y hasta a la segunda posición en el mapa electoral andaluz, un lugar del que nunca se había bajado desde 1982, cuando todavía era Alianza Popular. De hecho, en diputados es el peor resultado de su historia, por debajo incluso de los 12 que consiguió en 1989, que hasta la fecha era su suelo. En términos electorales, puede decirse que en Andalucía los populares han retrocedido la friolera de 30 años.
Si el PP es ahora tercero en Andalucía es porque le ha adelantado Cs, en un pulso que ha sido muy reñido, sí, pero lo cierto es que le ha arrebatado la medalla de plata por casi 25.000 votos. En contraposición con los populares, los naranjas de Juan Marín logran el mejor resultado de su corta historia, un crecimiento no obstante que es más bien modesto, más simbólico que otra cosa por aquello de quedar segundos. Cs sigue avanzando a paso de tortuga en Andalucía, aunque es de imaginar que su punto de vista es que dan pasos lentos pero seguros.
En realidad, el responsable del tremendo e histórico naufragio del PP de Juanma Moreno no es tanto el PSOE como Vox, que literalmente le ha comido el suelo que pisa. La formación ultraconservadora que comanda Francisco Serrano en Andalucía ha mejorado de largo los casi 400.000 votos que logró en las autonómicas de diciembre, en lo que fue su verdadera presentación en sociedad, y le arranca a los populares seis de los once escaños que han perdido. Aún así, pese a superar los 600.000 sufragios y mejorar nada más y nada menos que un 7.200% sus anteriores resultados (multiplican por 70 sus pírricos 8.341 votos de 2016), la sensación que le queda a la formación verde es agridulce porque esperaba más, mucho más, en Andalucía pero sobre todo en el conjunto de España.
Haciendo las cuentas de la vieja, que en política nunca explican las cosas al cien por cien, la conclusión es que los cinco escaños del PP que no le ha devorado Vox se los reparten Cs (que gana tres) y el PSOE, que se lleva dos, aunque podría podría afirmarse que los socialistas se comen también los dos diputados que pierde Unidas Podemos. De la coalición de izquierdas lo más suave que puede decirse es que aguanta el tipo, aunque continúa con su imparable (por muy lento que sea) declive, confirmando una vez más que el todo es menos que la suma de sus partes: las tres formaciones por separado obtenían más votos que los que cosechan ahora.
La victoria del PSOE es rotundamente incontestable, con unas ventajas propias de otros tiempos, de hecho no le sacaba el doble de sufragios al segundo desde 1989, pero entonces ese triunfo (con casi 1,8 millones de votos) se tradujo en unos estratosféricos 42 escaños por los 12 del PP. Era otra época, con un bipartidismo extremo y con unos actores secundarios que se repartían pequeñas migajas, con cinco diputados para IU y dos para el PA. Eso le da todavía más valor a las cifras conseguidas este domingo, que le han permitido ganar con claras diferencias en todas las provincias, sólo en Almería el PP ha logrado empatarle a dos diputados pero con bastantes menos votos.
Las apabullantes cifras para el Congreso tienen también su traslación para el Senado, donde el PSOE pesca 24 de los 32 escaños que se dilucidaban. Su crecimiento es espectacular (en 2016 obtuvo 14) pero no tanto como el batacazo del PP, cuyo hundimiento le deja con sólo seis de los 18 senadores con los que contaba. Esto le ha dado cancha a Cs, que araña dos en lo que es un nuevo hito naranja.
Se cerraba así una jornada que confirmaba que el viento ha cambiado de dirección, devolviéndole al PSOE su histórico trono andaluz sin nadie que, en este momento, pueda hacerle sombra.
Alta participación
La participación en las elecciones generales de este domingo superó en Andalucía el 73,31%, lo que supone la mayor registrada en unos comicios de este tipo desde la cita con las urnas de 2004, cuando fue del 74,77%. Además, superó en 16,75 puntos la participación de las autonómicas del pasado 2 de diciembre.
Por provincias, Jaén, con el 76,14%, ha sido la que ha registrado un mayor índice de participación, mientras que Huelva es la que ha contado con una menor movilización de su electorado, con el 68,71%. Por su parte, Almería ha alcanzado un 71,72% de participación; Cádiz, un 69,34%; Córdoba, un 75,89%; Granada, un 75,18%; Málaga, un 72,29%, y Sevilla, un 75,21%. En todas las provincias, la participación ha sido superior a la de 2016.
Jaén ha sido también la provincia más monocalor, ya que sólo han logrado representación tres partidos: PSOE (con tres escaños y casi el 39,5% de los votos) y PP y Cs, que se han llevado uno cada uno. En Almería no ha logrado diputado Unidas Podemos, al igual que Vox por Huelva.
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