Fue en noviembre de 2017 cuando se puso en marcha la primera fase del mal llamado plan de peatonalización municipal (más bien debería hablarse de semipeatonalización porque sólo un tramo de la Carrera es peatonal en su totalidad) con el que el Consistorio jienense intenta cumplir con la normativa de la Unión Europea que exige para 2023 que las ciudades de más de 50.000 habitantes han de tener ‘almendras peatonales’ y restringir el tráfico a vehículos limpios. Y al cumplirse el primer año de la entrada en vigor del circuito semipeatonal, Comercio Jaén y la Asociación de industriales del Mercado de San Francisco convocaron a los comerciantes a una protesta, no para mostrarse en contra de la peatonalización sino para decir en voz alta que las primeras medidas municipales se habían llevado sin planificación y “sin garantizar suficientemente” la accesibilidad de los ciudadanos. Los comerciantes llegaron a cifrar en un 20% el descenso medio en las ventas en los ingresos de los aproximadamente 400 establecimientos que están dentro del anillo peatonal. Pero la realidad es que la peatonalización no ha limitado los accesos al centro urbano, aunque sí los ha hecho más complicados. Al parking de la plaza de la Constitución se puede acceder como siempre, e incluso el Ayuntamiento ha pospuesto para después del verano la ampliación del aparcamiento dentro del proyecto urbanístico del antiguo solar de Simago. Y el parking de San Francisco, el único municipal en la almendra peatonal, también mantiene su apertura las 24 horas, aunque es cierto que el acceso, que antes se hacía desde Cronista Cazabán, ahora es más complejo a través de Eduardo Arroyo y Álamos. “No es un problema de movilidad o accesibilidad el que acecha al comercio”, ha indicado el alcalde jienense, Javier Márquez.
Pero siendo cierto que hay accesibilidad a los aparcamientos (las zonas de carga y descarga se mantienen e incluso se han aumentado en algunos puntos) no es menos cierto que hay un déficit importante de aparcamientos públicos, bien disuasorios fuera del anillo peatonal o bien en el interior. Eso, y como reclaman los comerciantes y las asociaciones vecinales, la puesta en marcha del tranvía, que mejoraría los accesos al centro de la ciudad, algo que no se ha logrado por la precariedad de uno de los servicios más censurados por los ciudadanos. “No se tiene que ahuyentar a los clientes con el plan para restringir el tráfico, sino tratar de aprovecharlo, y es preciso echar a andar el tranvía para que el centro sea más accesible”, señaló Francisco Marín, del colectivo Müy, al presentar una campaña de promoción del comercio local. Otras propuestas lanzadas por comerciantes y vendedores tampoco han tenido demasiado éxito. Alguna incluso calificada como “ocurrencia” desde el gobierno municipal, como la de volver a la situación a noviembre de 2017 de lunes al mediodía del viernes y hacer peatonal el circuito durante todo el fin de semana al estilo de Bolonia. “Los comerciantes dicen que la peatonalización les daña, pero la quieren durante el fin de semana que es cuando más venden”, reprochó el alcalde. Tampoco se han atendido las propuestas de abrir al tráfico Vicente Montuno o Ignacio Figueroa para facilitar los accesos del mercado de San Francisco.
Cuando se puso en marcha el plan de peatonalización del centro, el alcalde de Jaén admitió que el modelo a seguir era el instaurado en Pontevedra, una ciudad de 80.000 habitantes donde, en apenas 15 años se logró que más del 70% de los desplazamientos urbanos se hagan a pie o en bicicleta además de reducirse en más de un 80% las emisiones de CO2 en el centro urbano. Sin embargo, el presidente del centro comercial Las Palmeras, Francisco Gutiérrez, recordó que, a diferencia de Jaén, en Pontevedra se construyeron 1.500 plazas públicas y 4.000 privadas de aparcamientos disuasorios en la periferia a no más de 15 minutos andando y en el propio centro. En Jaén, están paradas actuaciones como la ampliación del parking de La Alameda o el proyectado junto al solar del Apa III.
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