Alejandro Merello
Todas las semanas en las que me toca publicar, el primer paso es decidir sobre qué hacerlo. No se crean, que ardua tarea es. No les miento si les digo que en ocasiones me resulta un tanto cansino marcar siempre el lápiz por el mismo sitio. Pero, como decía aquel, “es que me lo ponen a huevo”.
Verán, la política se asemeja a la tecnología, cuando esta llega al nivel de usuario, ya están todos los pasos previamente dados. Y no hay partido que se libre de los experimentos, las luchas internas o las pujas a ver quién da más por colocar la cara perfecta en el cartel. Y cuando digo que no hay partido que se libre, digo bien.
Verán, a Ciudadanos se les amarga unas primarias con indicios de votaciones fraudulentas, Errejón hace público su distanciamiento con la cúpula de Podemos y su adorado líder, Pablo Iglesias. Y los dos grandes, PSOE y PP, con sus luchas internas por colocar los de un bando u otro en cabezas de listas, Sanchistas contra Susanistas y Casadistas contra Sorayistas.Y en el Puerto no es para menos.
Se dice que la lid que ya quedó saldada, por la cabeza de lista del PSOE local fue intensa. A la declinación de Podemos en El Puerto, Levantemos, se les escapan antiguos activos para liderar nuevas formaciones. Un Partido Popular incapaz de encontrar los suyos entre sus filas, asemejándose más al antiguo Independientes Portuenses casi que el nuevo Ciudadanos… un guirigay, a los que se suman los nuevos azotes a izquierda y derecha. Y en medio de todo ello, los fichajes estrellas.
Los nombres que auparán o enterrarán a los candidatos. “Poderoso caballero es Don Dinero”, pero entiéndanme, no pretendo enmendar la plana a Don Francisco, más poderoso es Don Poder. Y eso es lo que ven muchos de los que “sin interés” se arriman y aceptan el regalo, en ocasiones, envenenado.
Por respeto a algunos de los nombres que se escuchan estos días – a los que les deseo lo mejor, por el bien de ellos y de nosotros-, no los citaré.
A algunos no los conozco lo suficiente y a otros, no los veo con los dedos a modo de pinza en la nariz. Por lo que sólo encuentro una explicación: no saben a quién soportan.Ellos sabrán, en lo que a mi respecta, seguiré admirando a quien lo merece y teniendo en buena estima a quien hasta hoy tenía.
Eso si, siempre y cuando no les aprecie la señal de la pinza en la nariz y siempre y cuando les vea desaparecer del cartel en el momento que descubran las cosas que a uno no le gusta descubrir… como me pasó a mi.
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