La Gatera

Mujeres jóvenes

Y para mi honra, para mi orgullo de hembra, mi sangre viene de esa veta, de esas manos nudosas de olivos retorcidos de la campiña marchenera

Publicado: 07/03/2019 ·
22:53
· Actualizado: 07/03/2019 · 22:53
Autor

Rosa G. Perea

Rosa G. Perea es escritora. Es cofundadora del Club de Lectura del Ateneo de Sevilla y editora en Almuzara

La Gatera

Como escritora, editora y colaboradora en medios de comunicación, Rosa G. Perea habla de todo, predominando la cultura

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Para Cuqui y Macarena

Vengo de una generación de mujeres valientes. Casta pura de la buena, no de la que denunciaba Podemos. Porque aquí la casta es algo muy serio y muy valioso. Mujeres que recortaban con la verónica de sus manos los estragos del hambre de la posguerra. Manos de mujeres que cogían aceitunas, que amasaban pan escaso para muchas bocas, que enterraban hijos a los que la miseria les arrebataba, manos que cosían pantalones por dos perras gordas con la edad en la que otras niñas jugaban. Mujeres que soñaban con poder ir al colegio para defenderse de aquella cárcel de injusticias. Mujeres que eran solidarias con otras mujeres, y a las que abrían la puerta de su casa, de su vida, de su plato casi vacío de comida, para que encontraran refugio después de que un padre las expulsara de su casa por un embarazo de soltera… ay Dios, qué difícil era todo y con qué naturalidad me lo contaban.

Y para mi honra, para mi orgullo de hembra, mi sangre viene de esa veta, de esas manos nudosas de olivos retorcidos de la campiña marchenera. Ese es mi escudo de linaje, mi currículo heráldico, mi biografía apócrifa… El mejor de mis tesoros y el referente de cada uno de mis pasos.

Llevo casi 54 años caminando mirando hacia atrás, consultando el mapa de esas mujeres, de mi abuela Gabriela, de mis tías, de mi madre, la mujer más valiente que conozco, que mira de frente a la enfermedad y se ríe en su cara.  Consultando a mis hermanas, que son dignas herederas de esta fuerza. Mi hoja de ruta tiene la luz de sus miradas… Pero me estaba perdiendo algo. Algo tremendamente importante. Mirar hacia delante. Porque esta casta no termina en mí, menos mal. Sigue hacia delante. En nuestras hijas, en nuestras nietas… Y yo no lo estaba contemplando.

Por eso hoy 8 de marzo, voy a acompañar a mis jóvenes a la manifestación. Por primera vez en mi vida voy a mirarlas borrando la foto fija que realizamos de nuestros hijos, esa foto fija de niñas a las que hay que enseñarles lo que es la vida porque necesitan ser protegidas. Voy a acompañarlas porque a pesar de que mi equipaje esté lleno de buenas enseñanzas de esas mujeres que me precedieron, me queda mucho que aprender de estas nuevas mujeres que me miran con orgullo, pero que están construyendo un mundo mejor.

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