Si hace unos días hablábamos de los desbroces de trámites urbanísticos y administrativos realizados por el gobierno de Espadas para despejar el camino hacia la ejecución, sea en el sentido que sea, de numerosos proyectos dejados empantanados por sus predecesores, el acuerdo con el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) para la reordenación del entorno de la estación de Santa Justa es un nuevo ejemplo de esta política a largo plazo. Como gráficamente ha expresado el delegado de Hábitat Urbano, Antonio Muñoz, con este convenio se ha dado un paso de enorme importancia para la ciudad, al cabo de un cuarto de siglo, en la zona que presenta una imagen desordenada, deteriorada e infrautilizada desde hace demasiado tiempo y que es una de las puertas de entrada a Sevilla, por la que pasan más de nueve millones de viajeros al año.
Ahora queda esperar cómo será el resultado de esta reordenación, que en principio tiene sus elementos positivos, como la construcción de medio millar de viviendas -más de la mitad protegidas- en una ciudad que no ha dejado de perder población en los últimos años, y otros polémicos, como ese afán por erigir una torre de oficinas de 66 metros de altura en la saturada avenida de Kansas City con el señuelo de que representará una arquitectura de vanguardia. Quizás los vecinos hubieran preferido menos vanguardia y más zonas verdes.
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