Sevillaland

Poetas

Los grandes poetas lo clavan, en unas palabras, y para la posteridad. En Sevilla han nacido tres de los cinco gigantes españoles: Bécquer, Machado y Cernuda...

Publicado: 17/02/2019 ·
23:22
· Actualizado: 17/02/2019 · 23:22
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Autor

Jorge Molina

Jorge Molina es periodista, escritor y guionista. Dirige el programa de radio sobre fútbol y cultura Pase de Página

Sevillaland

Una mirada a la fuerza sarcástica sobre lo que cualquier día ofrece Sevilla en las calles, es decir, en su alma

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Los grandes poetas lo clavan, en unas palabras, y para la posteridad. En Sevilla han nacido tres de los cinco gigantes españoles: Bécquer, Machado y Cernuda, y a todos les ha dolido España por el costado. Motivos tenían, motivos tenemos. Ayer se cumplió el aniversario del nacimiento del primer gigante en orden cronológico, Gustavo, que comparte con Antonio y Luis algunas circunstancias nada baladíes: se fueron de Sevilla pronto (el que más a los 26 años) para no volver jamás, quizás sólo unos días; y vivieron tiempos convulsos aunque, ciertamente, eso nunca ha dejado de ocurrir en esta amalgama llamada España.

El más joven, el más raro, el más fino, Cernuda, dejó escrito esto: “Un continente de mercaderes e histriones/al acecho de este loco país, está esperando”.

El poeta de la calle Acetres nunca dejó de maldecir con honda añoranza a Sevilla, y por tanto a la España que acabó con su paciencia y con años de su vida. De nuevo al igual que los nacidos en Dueñas y Conde de Barajas.

Lo vivido y narrado por el poeta a lo largo de casi dos siglos poco ha cambiado con lo que vivimos nosotros. Por supuesto respecto a lo que en verdad importa, no a la espuma de los días. El gran poeta lo clava, y para siempre, porque busca afilar la palabra y destilar la idea hasta dejarla pura. Un esfuerzo que no ejecuta para asuntos menores, elige lo medular. Algunos dicen que el toreo es un arte (en fin) porque al miedo al toro deben unirle el donaire. El poeta debe conjugar el pánico al folio en blanco y al ridículo, con el manejo del afán más difícil de los posibles: resumir el alma humana y sus preocupaciones en rima.

Bécquer creó un verso inmortal que popularizó Cernuda: donde habite el olvido. Un soñado refugio para calmar los vapores del alma, algo que nunca hará el gran poeta, siempre voluntario para sumergirse en abismos de poco oxígeno e incierta luz. Ellos, como los que hoy se inclinen sobre el folio con un boli, se convertirán tarde o temprano en blanco de las iras. Cuando regrese el cielo de plomo que se fragua en los foros, parlamentarios o digitales, el poeta será el primer sospechoso por algún verso afilado y libre.

Bécquer, Machado, Cernuda… menudo trío de leyendas insobornables ante el compromiso con la perfección y la libertad. Así, a su sombra, es posible sentirse muy orgulloso de nacer en Sevillaland. Leyendo su obra de hondo dolor y elegante furia, es posible reconciliarse con este país de pezuña y vendedores de crecepelo. 

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