La historia laboral de este hombre es probablemente similar a la de otros muchos chiclaneros, víctimas del ‘batacazo’ del sector de la construcción.
Tras 29 años trabajando para diferentes firmas privadas, este chiclanero, carpintero de profesión, decidió montar hace seis años -en pleno boom inmobiliario- sus propias empresas. Junto a otros tres socios puso en marcha un negocio de carpintería y otro de construcción, en los que llegó a tener, en época de ‘vacas gordas’, hasta 40 empleados. Pero casi sin avisar el sector entró en crisis y los negocios empezaron a ir cuesta abajo.“Apenas había encargos, y los que teníamos luego no había manera de cobrarlos”, cuenta Juan. Las deudas se fueron acumulando.
Como consecuencia de los problemas económicos, sus dos empresas quebraron y Juan acabó “entrampado de por vida” y sin trabajo. “En agosto del año pasado me di de baja de autónomo y afortunadamente encontré un trabajo en una empresa privada. Estuve contratado 5 meses y medio pero apenas había carga de trabajo y me despidieron. En marzo me vi sin negocios, sin empleo y sin tener acceso a ninguna prestación, porque me pedían 6 meses trabajados”. Juan necesitaba cotizar, como mínimo, 15 días más para poder percibir una ayuda por desempleo.
“He buscado trabajo hasta debajo de las piedras, pero nada. Ya no sabía qué hacer. Incluso me saqué el pasaporte para irme al extranjero”, confiesa.
Tras unos meses duros, el PLES le ha dado un balón de oxígeno, pues estará contratado hasta que cotice lo necesario para cobrar el paro. Juan sabe que no es una solución definitiva, pero sí un respiro. “Este empleo ha devuelto la normalidad a mi vida. Han sido unos meses muy difíciles, con ansiedad y depresión porque no tenía trabajo ni ayudas. Cuando termine aquí sé que al menos podré percibir una ayuda económica, mientras busco otro trabajo, que no es nada fácil en los tiempos que corren”, concluye.
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