Educar para el futuro

Un compromiso con la verdad

Desde que nació la prensa ha habido manipulación, aunque con la radio y más tarde con la televisión esta logró alcanzar cotas tan elevadas como eficaces

Publicado: 25/01/2019 ·
10:24
· Actualizado: 25/01/2019 · 10:24
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Se habla sobre hasta qué punto es adecuada la gestión de la información por los medios de información generalistas, especialmente en la política. Cabe destacar que crece el sector de su público que se da cuenta de que dicha gestión no es todo lo imparcial que podría esperarse de unos medios que no paran de pregonar su independencia y que reparten carnets de demócratas mientras acusan de sectarismo, involucionismo, fascismo, machismo, xenofobia y todo aquello que pueda descalificar como miembro de la sociedad a la que ellos consideran progresista.

Desde que nació la prensa ha habido manipulación, aunque con la radio y más tarde con la televisión esta logró alcanzar cotas tan elevadas como eficaces. Pero con Internet y las redes sociales los medios de información han dispuesto del apoyo definitivo a sus políticas.

No seré yo el que diga que un periódico o canal televisivo no puede poseer y seguir su propia ideología (política, religiosa, deportiva, etc.), algo indiscutiblemente ligado a la libertad de prensa y a la de las personas que la ejercen, tampoco diré que ello esté reñido con ganancias económicas lícitas.

La cuestión es que actualmente en nuestro país una mayoría de los medios de información generalista actúan claramente inspirados solo por las ganancias económicas asociadas a la popularidad lograda entre sus seguidores, sin importarles la ideología que hagan valer siempre que esta les ayude a obtener las cuotas de pantalla, visitas, me gustas o cualquier otra forma de demostrar a sus anunciantes que son los más seguidos por el público. El problema es que se pierde la validez de la información y, de paso, la calidad formativa que ejercen sobre el público que les sigue y que pone su confianza en lo que ven y escuchan.

Además, esto sitúa a estos medios de información en posición de poder adoctrinar a su público, favoreciendo las ideas de las que se valen determinados sectores sociales para aumentar su poder y sus ganancias. Lo antes dicho y el hecho de que la mayoría de los medios de información generalista de nuestro país coincidan curiosamente en sus líneas informativas, hace que parezcan seguir más bien directrices que otra cosa.

De ser así, la gravedad del asunto y el hecho de que la libertad de un amplio sector de la prensa pudiera estar en entredicho, debería bastar a tales medios para reaccionar y recuperar la confianza del público mayoritario, alejando la posibilidad de quedarse relegados a audiencias adeptas a una información sectaria más propia de los medios de sistemas totalitarios.

Las constantes denuncias de manipulación y amarillismo aparte de no afianzar las actuaciones que las propician, deberían servir para que los profesionales que trabajan en esos medios actuasen analizando las noticias de forma coherente sin que por ello tuviesen que abandonar sus legítimas ideas políticas. Informar es un compromiso con la verdad.

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