El pasado viernes, una delegación de la Asociación Cultural “Hijos de Jaén”, con sede en Madrid pero conformada por naturales de la provincia de Jaén del Perú, visitaron nuestra ciudad. Encabezada por su presidente, Glicerio Pachamora, que vino acompañado de Soterio Fernández y Nicanor Alvarado, miembros de dicho colectivo, tuvieron por la mañana entrevistas con diversas instituciones, entre ellas con la Diputación Provincial y con el Ayuntamiento. De ambas salieron satisfechos y deseosos de ver que nuestro Jaén de España termine hermanado con su Jaén del Perú.
Por la tarde, acompañados por un grupo de miembros de la Asociación IUVENTA, conocieron el Centro Cultural Baños Árabes. Glicerio y Nicanor nos visitaban por primera vez y, dada la premura de tiempo, optamos por mostrarles este edificio singular, dada su relación histórica con Perú, puesto que fue palacio de Don Fernando de Torres y Portugal, Conde del Villardompardo y Virrey del Perú.
El reencuentro fue emotivo (en febrero pasado una representación de IUVENTA firmamos con ellos un convenio-hermanamiento en el Senado, en Madrid). Este tipo de actividades culturales, o socioculturales, nos encaminan hacia un sentimiento de identidad común, de historias ancestrales compartidas, de interculturalidad en nuestros respectivos territorios… en definitiva son acciones que sirven para tejer lazos de fraternidad entre ciudades y territorios que compartimos muchas cosas y, especialmente, el nombre de nuestro solar, Jaén.
Fue Nicanor quien, en el transcurso de una conversación privada, captó mi atención al narrar el sentimiento de los niños y niñas del Jaén peruano cuando piensan en el Jaén español: -¿Cómo será el Jaén de España? -, nos dijo que se planteaban aquellos niños que, en su imaginación, recreaban una ciudad rodeada de arrozales y cafetales. Como si fuera “un amor platónico”, manifestó. Es hermoso saber que allí casi todos los niños saben que en España hay otro Jaén.
A nosotros nos queda alcanzar ese reto. Hemos de conseguir que el máximo posible de giennenses tengamos conocimiento de que existen otros jaenes y, especialmente, un Jaén en Perú que fundó un paisano nuestro y con el que compartimos un nombre, una historia y una lengua común.
Gracias a ellos tuve además la oportunidad de mantener una agradable conversación telefónica con el Alcalde de Jaén del Perú, Francisco Delgado, un hombre amable que se mostraba, al igual que los jaenos que nos visitaban, ilusionado por este hermanamiento.
Al fin y al cabo la historia actual la escribimos nosotros, somos los protagonistas del presente y, es de justicia, redactar una nueva página en nuestras relaciones con América, en la que la fraternidad, el respeto y el reconocimiento hacia nuestros hermanos jaenenses o jaenos (gentilicios del Jaén peruano), queden plasmados en las crónicas futuras. Que así sea.
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