Antonio Luis López Bourre es un escritor onubense que, desde muy joven sintió la llamada de “las estrellas”, o más entendible, la de la astrofísica y la astronomía de tal manera que ha llegado a publicar sus primeros libros alusivos a sus estudios sobre estas materias: “El neoeter y el hombre”, “La gravedad y el futuro” y “El sistema solar y la luz”.
Bourre nos sorprende ahora con un cambio radical literario, su segundo libro novelado, “El esperpento mecánico”. Todo un recorrido del personaje principal, Fernando, escrito a veces en primera persona, realizado con su inclinación esperpéntica y llevando a diferentes episodios en el andamiaje del libro, una gran parte a los tiempos que estamos viviendo con un poder de imaginación inmenso, cuyo protagonista se mueve en los distintos episodios como agente secreto. Fernando, el principal protagonista, recala en Norteamérica con las mejores pretensiones de establecerse profesionalmente en los servicios secretos de este país, formar una familia y conseguir tener un hijo norteamericano.
Visitas en las sombras a diferentes países, cambios constantes en lo que Fernando denomina Republicas bananeras. En el variopinto andamiaje de a novela el protagonista emerge por encima del imperialismo americano y critica la asistencia americana en el mundo, sus bases armamentísticas y con sus socios entre los que cita a Inglaterra, España, Gibraltar, etc.
La novela en su desarrollo lectivo aglutina el epicentro de la acción, persecuciones, espionaje, asesinatos que hacen que el lector se adentre en el enorme campo imaginativo del autor con una total aproximación a la realidad que estamos viviendo. Tras el fondo de los vericuetos que narra Bourre se asoman un grupo de agentes secretos que trabajan para distintos gobiernos con la finalidad de conseguir cerebros de alta capacidad intelectual, para que, posteriormente en Estados Unidos se puedan llevar a cabo sucesivas investigaciones científicas. López Bourre nos confiesa respecto al “Esperpento mecánico” Esta obra me ha llevado cerca de tres años. Al hacer una obra creativa, la imaginación está siempre en estado de ebullición, yo me he levantado de madrugada para escribir”.
La portada de la novela no puede ser más elocuente en su contraste, una fotografía aérea de la balsa de los fosfoyesos de Huelva, como principal denuncia que relata el novelista en sus diferentes episodios. La obra ha sido editada por “Ediciones Bravo”, y López Bourre la dedica a sus padres tristemente fallecidos.
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