Torremolinos

Un palacio que mira al mar

La Casa de Los Navajas de Torremolinos fue construida en 1925 por Antonio Navajas Ruiz, vecino de Churriana, quien decidió establecerse en el Bajondillo

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Vista frontal de la Casa de Los Navajas.

Imagen del interior del palacio.

  • Antonio Navajas se dedicaba al cultivo de la caña de azúcar y siempre soñó con vivir en una casa cercana al mar
  • Pertenece al estilo Neomudéjar que floreció en España, y en la provincia de Málaga, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX
  • Está abierta al público y acoge eventos, así como la celebración de ceremonias civiles

Rondaban los años 20 del siglo pasado. Antonio Navajas Ruiz era un empresario malagueño, residente en Churriana, que se dedicaba al cultivo de la caña de azúcar. Su negocio fue poco a poco creciendo gracias al arrendamiento de unas tierras en San Isidro, la zona que hoy sería el Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol, y que entonces pertenecían al acaudalado Marqués de Larios. Esta industria se vio favorecida por el riego que implicaba la traída de aguas a Málaga, obra de ingeniería que movía los  molinos de Torremolinos para llevarlo hasta la capital, y colaborar, así, con su modernización.

Cansado de trabajar a sol y sombra, Navajas tenía un sueño: vivir en una casa cerca del mar. Gracias al próspero negocio de la caña de azúcar pudo hacer realidad su sueño y construyó en 1925 lo que hoy conocemos como la Casa de Los Navajas.

Situada en segunda línea de playa, en la zona conocida como Huerta de la Cruz, en El Bajondillo, fijó su residencia. Pero desde un principio ya podía verse que no era una casa cualquiera, ya que sobresalía de las demás, tanto por su tamaño, pero sobre todo, por su estilo. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, el estilo Neomudéjar floreció en España y, especialmente, en la provincia de Málaga. Este palacio, que se enmarca dentro de este estilo, con toques mozárabes, cuenta con dos plantas con torres redondas en las esquinas que finalizan en arcadas y un techo cónico de tejas verdes, siendo la planta baja la destinada a la vivienda de la familia, mientras que planta alta cumplía la función de un gran mirador. En este estilo también se engloban la plaza de toros de la Malagueta (Joaquín Rucoba,1874), la antigua Casa de Correos y actual sede del Rectorado de la Universidad de Málaga (Teodoro Anasagasti, 1923) o el mercado de Salamanca, en el Molinillo (Daniel Rubio, 1925).

Navajas no escatimó en detalles. Prueba de ello son los zócalos que decoran el exterior, que proceden de fábricas de Toledo y Talavera.

En aquella época y ahora, este palacio es uno de los emblemas de Torremolinos y deja boquiabierto a todo aquel que se topa con él cuando disfruta del paseo marítimo, ya que sobresale de la imagen habitual de los hoteles que pueblan el litoral torremolinense.

Declarado de Interés Histórico por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en el año 1991, el inmueble pasó a formar parte del patrimonio municipal en julio de 2000 después de que residieran en él hasta tres generaciones de la familia Navajas.

Tras la rehabilitación, el inmueble ha sido decorado sin perder ningún detalle de las características de un palacio a su altura. Actualmente es escenario de ceremonias civiles, presentaciones de eventos, entregas de premios (Certamen Internacional de Periodismo Pedro Zerolo de Torremolinos) y testigo de numerosos eventos organizados durante la temporada estival, como conciertos o exposiciones.

Asimismo, todo aquel que desee visitar esta casa-palacio puede  hacerlo en horario de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 20.00 horas, con entrada gratuita. El acceso se puede hacer, cómo no, desde la calle que rinde homenaje al primer inquilino de este inmueble, Antonio Navajas Ruiz, un enamorado más de Torremolinos al que esta ciudad le debe mucho.

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