Educar para el futuro

Entre Belenes y Magos

Quienes atacan a estos elementos están atacando a nuestra sociedad

Publicado: 11/01/2019 ·
10:43
· Actualizado: 11/01/2019 · 13:17
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Yo siempre defenderé que a los niños no se les debe mentir, lo cual no es ni mucho menos lo mismo que defender que no se les deba fomentar su fantasía, dando como pretexto que haciéndolo se les está educando en el engaño.

En general, todo lo que es verdad para la edad adulta lo es igualmente para las más tempranas, pero hay ciertas cosas o situaciones que siendo falsas son relativizadas por la fantasía del niño para otorgarles el estatus de verdad.

Los niños asimilan a los juguetes y a los objetos que fabrican con sus equivalentes del mundo real y juegan con ellos como si formasen parte de él, pueden creer que los personajes de los cuentos y series de televisión existen en la realidad e interaccionan con ellos como si así fuese, pero sobre todo mientras nosotros vemos fantasía en lo que la mente infantil ve realidad, el niño aprende a formar parte del mundo en el cual vivirá.

Los responsables de educar a los más pequeños saben que por muy poco reales que sean el Ratón Pérez, los Reyes Magos, el Carbonero, Papa Noel y, porque no, el Hombre del Saco y el Coco, todos son elementos fantásticos tradicionales de nuestra cultura.

No niego que todos esos elementos estén algo anticuados y sean irreales, pero no por ello carecen de vigencia para los niños ni dañan su desarrollo emocional e intelectual, lejos de ello la sociedad los ha convertido en herramientas integradas en el proceso educativo de esos niños. Hay quienes opinan que no se debe mentir a un niño, pero no debemos confundir las mentiras como medio para engañar con las fantasías como medio para educar.

Una vez más nos han sorprendido los planteamientos innecesarios desplegados por quienes ya nos tienen acostumbrados a diseñar sus políticas al amparo de dictados demagógicos que solo buscan cambiar las bases de la sociedad para poder alcanzar sus fines.

La Navidad y la Epifanía son fiestas cristianas absolutamente arraigadas en nuestra sociedad, con el Belén y los Reyes Magos como elementos tradicionales mantenidos por las familias durante generaciones.

Estos últimos años hemos visto como hay quienes pretenden impedir que nosotros, padres y educadores, podamos participar de algunas de las fantasías más queridas por los niños.

Estas actuaciones están aparentemente motivadas por determinados sectores que quieren que desaparezca de nuestra sociedad una serie de elementos tradicionales de cohesión cultural que además forman parte del contexto educativo de la mayoría de nuestros niños.

Quienes atacan a estos elementos están atacando a nuestra sociedad, pero no creo que la inmensa mayoría de los ciudadanos vaya a permitir que estos necios interesados se salgan con la suya, aunque algunos monten Belenes absurdos y otros griten desde los balcones que los Reyes son los padres. 

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