Otro año arranca y a buen seguro que no se tardará demasiado tiempo en volver a sacar a la palestra su apertura, alguna oferta o un proyecto de recuperación saldrá y se prometerá por activa y por pasiva que será la definitiva. Así ha sido su penar después que se cerrara a cal y canto sus puertas hace ya casi seis años. Un objeto de deseo continuado y al que no le ha importado salir en todas las apuestas con tal de ser promesas que han sido más humo que realidades.
Su gran apuesta fue su total remodelación para hacer de él un recinto clave en la aventura de convertir al Racing Portuense en algo más que un equipo de fútbol y servir al recinto y a toda su posterior explotación en un ambicioso plan.
Defenestrado y arrastrado por las circunstancias, del todo a la nada contrajo las deudas que empobrecieron a un más a una entidad que zozobra, ahora, con el firme propósito de volver a poder controlar y dirigir un futuro comprometido y maniatado.
Judicializado, el dinero -cómo no- será el que decante su porvenir. En el intento de normalizar su crisis institucional y su vuelta a la competición, se aferró al empeño nunca bien asociado al político.
En 2015, ante de la gestación de la presente legislatura, se convirtió en otro objetivo: el de su apertura. En aquel entonces en el apartado deportivo no se dudó en afirmar que son “medidas concretas y viables” para mejorar las condiciones e instalaciones deportivas. Eso entonó el grupo socialista. Informes y estudios para su puesta a punto, 400.000 euros sería, dicen, los necesarios para su apertura. “Ahora hay otras prioridades”, se excusan en el Ayuntamiento.
Enero asoma, en breve saldrá otra promesa.
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