El Loco de la salina

¿No se están dando cuenta?

¿Sabía usted que ayer se celebró el Día Internacional para la abolición de la esclavitud? Nada. Pasando del tema, como si la cosa no fuera con usted.

Publicado: 03/12/2018 ·
17:40
· Actualizado: 03/12/2018 · 17:40
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Pasado ya el insoportable tostón de las elecciones, los locos tenemos que resumir sus resultados recordando a Federico García Lorca en aquellos versos de su Romancero Gitano: “Señores guardias civiles: aquí pasó lo de siempre. Han muerto cuatro romanos y cinco cartagineses”. ¿Lo dudaba? ¿Se esperaba usted otra cosa? Sin embargo, en el manicomio tenemos otros muchos asuntos urgentes que resolver y ahora es mejor no molestar a los políticos, que ya no duermen ni descansan haciendo encajes de bolillos mentales con sus propios intereses, que no con los del personal que los votó.

¿Sabía usted que ayer se celebró el Día Internacional para la abolición de la esclavitud? Nada. Pasando del tema, como si la cosa no fuera con usted. Menos mal que aquí están los locos para recordárselo. ¿Qué pasa? ¿Qué ya no hay esclavos? Nosotros, desde lo alto de la tapia del patio observamos la calle con mucha atención y vemos que los esclavos, en vez de desaparecer o disminuir, cada vez son más numerosos. La gente está equivocada, porque se imagina que el esclavo de toda la vida de Dios va con los ojos saltones, casi desnudo, descalzo, con los grilletes de hierro apretados en las tobilleras y con las espaldas a rayas de los latigazos. Eso era antes, en la antigüedad. Los pobrecitos aguantaban carros y carretas. Ahora el esclavo moderno no solamente aguanta carros y carretas, sino también a los carreros, y además va con la vista perdida, con vaqueros de batalla, con los zapatos más que castigados de tanto andar para arriba y para abajo y con la cabeza caliente de tanto hacer cálculos para llegar a fin de mes. Ahora, a los esclavos modernos no les cortan los pies como a Kunta Kinte (por cierto, dónde andará, si anda), ahora les cortan el aliento y lo último que les cortan precisamente son los pies con la sana intención de que no paren de circular para beneficio de sus dueños. En la antigüedad, el esclavo hablaba poco y se limitaba a obedecer; muchas veces la escasa carne de sus cuerpos servía de alimento a los peces carnívoros que tenían preparados sus amos en una bonita piscina. El esclavo moderno es distinto; habla tela, casi exclusivamente de fútbol, y, si se rebela en alguna ocasión, no es contra sus jefes, sino porque el árbitro ha cometido la tremenda injusticia de no pitar un fuera de juego. En todo caso, también se limita a obedecer y a decir sí, bwana, si quiere que no se lo coman las moscas y el paro.  

Después de analizar detenidamente la situación, los locos estamos por decir que aquellos esclavos de la antigüedad vivían sin comparación mucho mejor que los modernos esclavos. En principio vivían menos, con lo que el tiempo de sufrimiento era mucho menor. Hoy los jefes no dejan morir fácilmente al esclavo moderno hasta no haberlo explotado a fondo. Encima, nunca iban al paro, ni tenían que aparecer por el INEM; no como hoy, que cada vez las colas son más largas y desesperantes. Tampoco tenían que soportar ninguna campaña electoral, ni tenían que ser estómagos agradecidos de ningún partido, ni ser la voz de su amo. Y, por si faltaba poco, no vivían esclavos del móvil todo el santo día, como viven los esclavos modernos, que ya ni se hablan entre ellos por culpa del dichoso aparatito.

En fin, que ayer fue el día dedicado a los esclavos, y los locos creemos que hace bien el calendario en recordarlo, porque los tenemos a manojitos en nuestras propias narices, aunque parezca que ya no existen.   

 

   

 

 

 

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