Un 4,5 por ciento de los presos que cumplen condena en el conjunto de las cárceles españolas está infectado por el virus del VIH, lo que supone una reducción del 25,5 por ciento respecto a 1990, según los datos facilitados por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.
Con motivo del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, el organismo responsable de las prisiones españolas ha subrayado que en lo que va de año únicamente se ha registrado un caso de transmisión de VIH entre internos, mientras que 2017 se cerró sin ningún caso.
En conjunto, la prevalencia del virus es del 4,5 por ciento de la población reclusa en 2018, frente al porcentaje del 30 por ciento que se registraba al finalizar la década de los 80, cuando la infección por VIH se convirtió en un "grave problema de salud pública" en las cárceles españolas.
Las distintas medidas implantadas desde entonces han posibilitado la disminución de la transmisión del VIH en el medio penitenciario. Entre ellas, en 1990 España marcó un hito al instaurar como norma la distribución de lejía y preservativos a los internos y, poco después, en 1997, el Centro Penitenciario de Basauri, en Bilbao, puso en marcha un programa piloto para desechar jeringuillas y evitar el intercambio entre presos, que enseguida demostró su eficacia y se extendió paulatinamente a todos los centros penitenciarios dependientes del Ministerio del Interior.
A día de hoy, según Instituciones Penitenciarias, los internos con VIH conviven en prisión con el resto de encarcelados y funcionarios "con total normalidad, sin ningún tipo de estigma o discriminación" y todos aquellos que lo precisan reciben tratamiento antirretroviral con cargo a los presupuestos del Ministerio del Interior.
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