El periodo electoral ofrece infinidad de lecturas mucho más profundas de lo que pudiera parecer a simple vista. Se dan más respuestas y se obtienen mejores perspectivas de lo que en toda una legislatura da de sí. Se saca lo más granado del político, su perfil, sus intenciones, sus compromisos y sus defectos. Es un periodo que se repite hasta el infinito.
Desde ahora hasta que se llegue hasta mayo de 2019, los comicios andaluces pueden ser elocuentes y parecen ser todo un campo de pruebas antes de elegir al inquilino que se sentará en Peral. Que San Telmo y Peral son a día de hoy plazas que cada uno, cada político, busca con ahínco. En este tiempo de impás, la carrera hacia el sillón hace meses que comenzó.
También, que la intensidad con la que cada uno se emplea, no es la misma. Desde el que se esfuerza por salir y aparecer, aunque sea desenfocado, hasta el que prefiere tomarse un respiro para digerir lo que va a acontecer para el caso que las urnas no ofrezcan lo esperado. Nada es casual ni nada está dejado al azar.
Ahora no es tiempo de gestionar, es tiempo de acomodarse y tomar posición, no hallará un solo movimiento que no sea premeditado y estudiado. Todo será pospuesto y sujeto a lo que venga, ya no habrá más miras que salir airoso tras los comicios.
Las negociaciones para encajar las piezas que saldrán se vienen produciendo. Otro Gobierno, sin urnas de por medio, ya se cuece a fuego lento.
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