Quien a buen árbol se arrima...

Paseo por el campo en otoño

Sigo reivindicando el otoño, y esta vez quiero hacer extensiva la propuesta a nuestro campo, nuestro entorno natural. Como suele ocurrir, la costumbre...

Publicado: 06/11/2018 ·
23:24
· Actualizado: 06/11/2018 · 23:24
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Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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Sigo reivindicando el otoño, y esta vez quiero hacer extensiva la propuesta a nuestro campo, nuestro entorno natural. Como suele ocurrir, la costumbre oculta la singularidad, y no apreciamos en su medida la valía de nuestro paisaje, de nuestra naturaleza. Parajes como el Puerto del Aire, Jabalcuz, la Fuente de la Zarza, Los Cañones, el valle de Otiñar, la Cañada de la Hazadilla, la Cruz de la Chimba, y tantos otros, son auténticos tesoros al alcance del caminante. Enclaves que albergan verdaderas joyas botánicas y zoológicas, y con frecuencia, también arqueológicas o etnológicas. No faltan las ocasiones para conocerlos, de manera individual, o aprovechando iniciativas de organizaciones como GEA, en sus proyectos de sensibilización ambiental.

Pero además, estos días de otoño aportan un placer añadido. Al gozo por la belleza de tantos rincones inigualables, se une la maravillosa luz del sol otoñal, una luz amiga, que no agrede como en verano, que casi invita a cierta modorra placentera, que contrasta con el estimulante ambiente fresco de la mañana. No se pisa sobre polvo, sino sobre musgo, hojarasca o hierba recién nacida. Y la humedad del rocío desata un millón de aromas.

Caminar en esta época, en estos campos, con estas condiciones, es una experiencia que invita a la reflexión. No es en la excitante primavera, que pasa veloz, casi sin apreciarse. No es en el verano que despliega temores acerca del arrasamiento y la destrucción por los incendios forestales. Es en esta andaluza mezcla de otoño-invierno, cuando los paseos invitan a meditar, a pensar en nuestras cosas. Y ante la belleza del paisaje, disfrutando de esos minúsculos placeres desplegados por la senda, nuestros pensamientos serios se tornan más suaves, y los agradables relajan el semblante.

Pasear por el campo en otoño reúne excelentes ingredientes. A la belleza y placer mencionados, a la actividad reflexiva que se dulcifica, se une otro estímulo, significativo para los más “urbanitas”: llegar a la meta, alcanzar un objetivo mediante el propio esfuerzo físico, comprobar que se es capaz de llegar a un lugar que parecía distante. Y esa certeza de superación de retos se podrá aplicar a otros ámbitos.

Pasear por el campo en otoño es un auténtico lujo, al alcance de todos, y mi propuesta es esa, que se camine por nuestros parajes. Y que ese paseo nos ayude a apreciarlos, a preocuparnos por ellos, y ser decididos defensores de su integridad, una vez que regresamos a la ciudad.

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