Debo decir que me da un poco de rabia tener que dar la razón a tantos amigos a los que la experiencia de gobiernos socialista les llevó a sugerirme que modulara la euforia por el cambio de gobierno. Sigo pensando que la moción de censura fue una estupenda noticia. La tremenda losa de los gobiernos de Rajoy había sido echada a un lado. Más aún cuando vemos que se avanza en el entendimiento de las izquierdas, paso imprescindible para consolidar una alternativa que tenga como prioridad a las personas y no a los intereses de los grandes bancos y del sistema financiero-especulativo.
Pero ciertamente resulta sorprendente el giro socialista respecto a cuestiones relativas a las libertades, que defendió en su programa, y de las que las hemerotecas dan suficiente testimonio. Se destierra por ejemplo la promesa reiterada de derogar la Ley Mordaza. Ahora se seguirá en el Congreso una proposición del PNV que modificará aspectos de la misma, pero que no será su derogación.
Tampoco se van a acabar las devoluciones en caliente. El Gobierno del PSOE no ha retirado el recurso que interpuso el de Rajoy contra la Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que dictaminó como ilegales las devoluciones en caliente pues vulneraban la Carta Europea de Derechos Humanos. Ahora el gobierno quiere esperar a la sentencia definitiva. Y mientras tanto las sigue practicando en las fronteras de Ceuta y Melilla.
Otro de los compromisos de Pedro Sánchez fue recuperar el principio de Justicia Universal que se cargó el PP por presiones de Israel y de EE.UU. Ello impidió que, por ejemplo, se investigaran crímenes como el de José Couso en Irak. Claro que el PSOE ya había modificado la ley orgánica en 2009, eliminando buena parte de sus virtualidades. El PP en 2014 le dio tal hachazo que resulta prácticamente inservible.
También queda en el cajón el compromiso de derogar la Prisión Permanente Revisable del Código Penal que él mismo recurrió al Tribunal Constitucional. Donde dije digo, digo Diego. Ahora el gobierno continuará con esa fórmula de Cadena Perpetua hasta que se pronuncie el Constitucional, de cuyo pronunciamiento a favor de la misma me quedan pocas dudas. Hago apuestas.
Ninguna de estas promesas tiene coste alguno, no afecta ala política económica del país ni hay que incluirlas en los presupuestos generales. Así que ni el corsé europeo ni los intereses de los bancos sirven aquí de excusa. Por ello resulta cuanto más asombrosa esta renuncia a restablecer los derechos civiles y políticos que el PP había pisoteado. A no ser que existan poderes “fácticos” ante los que el PSOE siente un temor reverente y a los cuales no se atreve a soliviantar. Si es así, sería estupendo que se explicitaran para conocimiento de la ciudadanía teóricamente soberana.
O, mas pedestre aún, tal vez se trate de puro oportunismo electoral. Quizás los analistas más sesudos del PSOE hayan llegado a la conclusión que estos temas provocarán una nueva tormenta de la caverna derechista que sufrimos, siempre opuesta a los derechos ciudadanos. Y que no sólo no les van a dar votos, sino que pueden perder algunos. De ser así sería extremadamente inmoral: se trataría de intentar conseguir votos al coste de mantener las restricciones a los derechos y libertades. Quizás no tengan en cuenta que cada paso atrás que aceptamos es un paso adelante, también en votos, de esa derecha extrema. El miedo también lo percibe la gente.
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