Quien a buen árbol se arrima...

Pobreza, el problema ajeno

El 18 de octubre, Jaime Rubio escribía en EL PAÍS: “Según Rawls [filósofo estadounidense], para saber si una sociedad es justa no hay que mirar la riqueza...

Publicado: 30/10/2018 ·
23:27
· Actualizado: 30/10/2018 · 23:27
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Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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El 18 de octubre, Jaime Rubio escribía en EL PAÍS: “Según Rawls [filósofo estadounidense], para saber si una sociedad es justa no hay que mirar la riqueza total ni cómo está distribuida. Basta con examinar la situación de quienes lo están pasando peor”. Y este examen lo aportaba hace unos días la Red Europea contra la Pobreza y Exclusión Social, publicando el 8º informe sobre el estado de la pobreza en España, que es demoledor: 12’3 millones de personas (el 26´6% de la población) se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, de las cuales, más de 3 millones están en Andalucía. Esta situación, inaceptable se mire como se mire, se encuentra reflejada con todo tipo de detalle en el informe. Por ejemplo, se pone de manifiesto que buena parte de esa población pobre en situación de exclusión social, ya trabaja o tiene formación universitaria, lo cual, unido a la insensibilización al tenerla entre nosotros, hace de la pobreza el problema ajeno, no va con nosotros. Cuando supe la noticia, con el posterior seguimiento pormenorizado, no pude evitar un sentimiento hijo de la indignación y del fracaso. Indignación porque ocurre, porque la pobreza generalizada (más del 26% de la población no es un dato marginal) señala la falta de justicia y libertad en una sociedad. Indignación porque la pobreza es más hiriente cuando comparte titulares con la corrupción (también generalizada), con el despilfarro o con la muy costosa inutilidad y torpeza de muchas decisiones. Y fracaso porque no se me ocurre otra forma de denominar esta situación. Fracaso político y social. Sería injusto si digo que la clase política (que es puesta y sostenida por nosotros) es responsable con sus acciones u omisiones. Pero siempre que se ha antepuesto el bien del partido al bien general, se ha sembrado la desigualdad y la injusticia. Y la pobreza a estos niveles no es consecuencia de una mala coyuntura económica, sino de la suma de injusticias previas. La injusticia no es patrimonio exclusivo de la acción de gobernar, sino que también puede reconocerse en el propio seno de la sociedad. Por eso hablo de fracaso social. Cada egoísmo, cada oportunidad de solidaridad perdida, cada impotencia que se pretende lavar con un abuso rabioso, conducen a la injusticia, y por lo tanto, generan pobreza. Los darwinistas sociales y su sacrosanta lucha por la supervivencia, emponzoñaron la cooperación y todo lo que lleva implícito, con la competitividad y su secuela de injusticias y pobreza.

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