Eutopía

Sin ‘g’ ni ‘j’

Tres casos que dicen a gritos que España está tripulada por gente sin inteligencia (sin ‘g’ ni ‘j’)

Publicado: 29/10/2018 ·
13:49
· Actualizado: 29/10/2018 · 13:49
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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Tres pinceladas de la crónica de esta semana que demuestran que necesitamos con premura reflexionar, no aletargarnos y posicionarnos desde la ‘intelijencia’ (sí, con jota, para hacer un guiño juanramoniano al contexto que él vivió y que hoy aún padecemos).  Primera… El acceso y la permanencia en el mercado laboral es una de las vías más deseables y buscadas por la ciudadanía, para que estemos dentro de los umbrales mínimos del bienestar y la calidad de vida. Eso no es discutible. Lo que sí es que desgraciadamente la finalidad de nuestra labor profesional, a medio y largo plazo, nos perjudique a toda la humanidad. Y entre otras cuestiones, esto sucede porque los contratos empresariales y las agendas ocultas políticas ponen por encima de la preservación de los derechos humanos fundamentales las directrices manipuladoras del mercado. Por no poner en la cuerda floja las relaciones económicas entre España y Arabia Saudí no se habla con unanimidad, alto y claro, que nos oponemos a establecer vínculos con un país que es capaz de ¿permitir? en un consulado el secuestro, tortura y asesinado de un opositor crítico a su régimen. En la violación de las libertades universales, la omisión es una ‘acción’ repugnante. Segunda… Que en nuestro ‘Estado social y democrático de derecho’ no se expulse de inmediato a un pasajero que atenta verbal y psicológicamente contra una mujer por ser negra ya es para deprimirse. Pero que encima sea ella la que tenga que cambiar de asiento por indicación del azafato, eso no tiene nombre.  No se debe permitir ninguna fisura que alimente las patologías del racismo y el ultraderechismo. Tanto la compañía aérea como las instituciones públicas competentes deberían activar también un protocolo ante aquellos supuestos que puedan atentar contra la seguridad física y moral de la tripulación, aunque afecte a una única persona. El ordenamiento jurídico insta a defender la igualdad y la no discriminación. Negarlas incumple de lleno la Constitución Española. Lo ético es depurar responsabilidades y dar ejemplo, haciendo respetar la justicia social. Tercero… Mucho se ha tardado en expulsar a A.J. Cabezuelo del ejército y más concretamente de la Unidad Militar de Emergencias (qué paradoja más cruel… donde se debe garantizar al máximo la protección de todas/os, acampa libremente un agresor-abusador). La tardanza no está justificada, aunque existiera ‘imperativo legal’ de incorporarlo al servicio activo. No le dieron ‘destino’ ¿pero sí el cobro del 75% de las retribuciones básicas?  Si aún nos seguía rechinando los dientes por las tibias medidas judiciales que se les ha interpuesto a esta panda de bárbaros, ahora también vemos cómo se ha dejado en libertad con cargos a ‘uno’ de los dieciocho que desvelaron los datos personales de la víctima de ‘abusos sexuales’ de Pamplona. Tres ejemplos que dibujan perfectamente la degradación de tanta exposición a los contravalores. Igualmente exponen cómo se intenta una y otra vez señalar y vulnerar a quienes por las circunstancias socioeconómicas, culturales e ideológicas precisamente más apoyo requieren (trabajadoras/es cuyo empleo siempre va a pender de un fino hilo, víctimas de violencia machista, minorías étnicas…) Tres casos que dicen a gritos que España está tripulada por gente sin inteligencia (sin ‘g’ ni ‘j’).

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