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Un banco, un árbol, una calle…

A la sombra de un árbol, colocar bien un banco, hace más ciudad que cien eventos televisivos

Publicado: 01/10/2018 ·
12:27
· Actualizado: 04/10/2018 · 21:16
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  • Un banco, un árbol, una calle -
Autor

Ángel Pérez Mora

Escuela de Arquitectura de Málaga. Autor del proyecto de Rehabilitación del Palacio de la Aduana y Plan Especial de Baños del Carmen

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Abrir una calle es algo bastante más complejo que colocar placas en sus esquinas con un nombre bien sonante. Hay que atirantar fachadas y regularizar encuentros.Una calle es un espacio público largomás o menos ancho, otra cosa es una avenida,un  bulevar o un paseo.

De cuando en cuando llega a la ciudad un buen alcalde que ensancha avenidas y espacios para paganos como el Rey Carlos III en Madrid con su Salón del Prado. El Prado fue diseñado como un espacio límite del callejero apretado de entonces. A él,el rey alcalde, sacó las fuentes de los jardines de palacio, para refrescar al pueblo llano. Era un final más que un lugar de paso por eso fue bautizado como Salón. Descendientes directos de aquel hito urbano fueron el de Salón de la Bomba en Granada y nuestra maltrecha Alameda, también espacios-frontera.

A la sombra del Prado los madrileños supieron que su ciudad era algo más que el dormitorio de los cortesanos. A veces los urbanitas nos preguntamos si ser “de ciudad” significa algo más que pagar el IBI puntualmente y asistir, domingo a domingo, a una carrera urbana como  espectador sin remedio.

En el natural devenir de la ciudad, los caminos desaparecen y dan paso a las calles. En Málaga muchas carreteras fueron ascendidas a calles sin más. Del puerto hacia el Este quedó una carretera estrangulada por el caserío. En su salida del parque quiso ser paseo y fue acompañada con un maravilloso  "palio de sombra" que apenas se extendió tres manzanas. Le pusieron de nombre Reding, después  Príes, Sancha y Sorolla, pero engañaron a tanto ilustre pues no dieron su nombre a una calle, sino a una carretera con aceras.

Si  los ciudadanos del Este deciden reencontrarse con el medioambiente y dejar en casa “su cacharro” deben dirigirse al centro sobre los arcenes recrecidos de la antigua nacional de los años 60. No pueden llamarse aceras a esos pasillos donde al cruzarse hay que cederse uno a otro el paso y así evitar rozar esas “cajitas de colores” que en azul, amarillo y verde, jalonan nuestro camino e impregnan el aire cada doscientos pasos.

A la sombra de un árbol, colocar bien un banco, hace más ciudad que cien eventos televisivos. A lo largo del afamado paseo de Sancha-Sorolla no hay un solo banco.Frente a la fuente del Reding tenemos un árbol centenario que espera pacientemente un asiento digno que le acompañe. Donde está la fuente no hay sombra, donde está la sombra no hay banco.

En los inocentes 70, la música de “un amour, un banc, un arbre, une rue” arrasó en Eurovisión.  Poesía que solo puede nacer desde una naturaleza urbana: Un árbol en una calle,  un banco a la sombra de un árbol, yquizásalguna vez un amor en un banco...Un bancojunto a un árbol en una calle,… ¡qué cosa tan difícil de encontrar en éste,tan cacareado,paraíso urbano!

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